Todo lo que vivimos los que tratamos de ser fit, pero somos fat

A veces me pregunto si los que tratamos de ser fit realmente queremos lograrlo o solo le hacemos al cuento. Sí, ya sabes a lo que me refiero. Nos sentimos un poco mal cuando vemos a esas chicas con esculturales cuerpos, abdomen plano y pompis super firmes. Sabemos que para lograr un cuerpo escultural el ejercicio es la solución, aunque parece ser que hay algo con más peso en nuestra vida. Sí, la comida es nuestro motor para continuar. Suena un tanto extraño, pero es la verdad, o al menos yo me doy cuenta porque estoy rodeada de muchas personas “saludables”.

Haces ejercicio, pero luego luego te da hambre

Debo reconocer que soy una persona que todo el tiempo, o casi todo el día, se la pasa comiendo. No lo hago por problemas de ansiedad o por gula. Más bien lo hago porque amo la comida y me gusta probar nuevas opciones para mi paladar. Además, soy fanática de los dulces, aunque con ellos sí procuro tener más cuidado para que no se me piquen los dientes o no tenga problemas de azúcar más adelante. El punto al que voy es que he tratado varias veces en mi vida de hacer ejercicio, pero la verdad no puedo. Al menos no puedo hacerlo al cien. Muchas personas, después de hacer ejercicio comen una lata de atún o sólo un licuado y ¡listo! Yo no puedo, mi estómago y yo somos débiles, pues mínimo sé que debo comer una torta o dos huevos con jamón para quedar “satisfecha”.

Un día de ejercicio y cinco de descanso

Cada vez que hago ejercicio, la desidia me invade, no lo voy a negar. Al ver a mis amigas que van logrando sus objetivos, me siento motivada. Comienzo con toda la pila y empiezo a hacer ejercicio, pero después de unas horas siento que ya no puedo más. Termino tan cansada por no tener suficiente condición física, que opto por tirarme en el sillón. Al otro día las consecuencias son drásticas, pues no aguanto el dolor de mis músculos. Lo malo es que en vez de seguir haciendo ejercicio para que mi cuerpo se habitúe, opto por dejar de hacerlo hasta que mi cuerpo no sienta más dolor. Estoy consciente de que hacer eso es contraproducente, para lo poco o mucho que haya hecho. Sí, es algo que sólo entendemos los que tratamos de ser fit.

Incompatibilidad con las ensaladas

Ja, ja, ja, la parte más difícil de pretender ser una persona fit es saber que tengo que dejar de lado algunos manjares, como los tacos, los chocolates o la lasaña. Para tener el cuerpo deseado es mejor comer solo ensaladas, carne asada y atún. En realidad eso no me gusta y creo que eso es lo más complicado para los que tratamos de ser fit. Sé que tal vez podría hacer el sacrificio de hacer ejercicio todos los días, pero dejar de comer las delicias de la vida ¡JAMÁS!

Tacos de ¡jícama!

Mi platillo favorito son los tacos, en cualquiera de sus presentaciones: de pastor, de cabeza, de lengua, de barbacoa o birria. Todos y cada uno de ellos tienen ese sabor que los hace únicos y deliciosos (y sí, mientras digo esto se me hace agua la boca). Solo de pensar que al tratar de mejorar mi figura tendría que decirles adiós, no puedo. No me imagino comiendo tacos de jícama para recompensar esa pérdida. No, eso no podría tolerarlo.

Prefieres sudar por enchilarte que por ejercicio

La mera verdad, comer los deliciosos platillos con salsa es uno de los manjares de la vida. La comida sin picante no sabe y aunque me enchile, disfruto cada bocado que doy. Así que la respuesta es sencilla: prefiero enchilarme comiendo unos deliciosos tacos con su salsita verde, en lugar de sudar por horas en el gym. El sudor no se disfruta de la misma manera. Si me enchilo, es un sudor de satisfacción, en cambio si sudo por hacer ejercicio, siento que doy asco.