Soy estéril, cómo se lo digo a mi pareja

Desde que era pequeña, recuerdo que sabía perfectamente lo que quería en la vida. A muy temprana edad, descubrí mi amor por los animales y sabía que una forma de demostrar cuánto me importan era estudiar la carrera en medicina veterinaria. También estaba segura de que quería ser madre. Ya me imaginaba yo en una casa con un jardín amplio en el que pudiera ver a mis hijos corriendo y jugando. Sí, todo parecía ser tan bueno hasta que me dieron la noticia de que soy estéril.

Una jamás espera escuchar una noticia así

En el momento en que me dijeron que jamás podría tener hijos, mi mundo se derrumbó. Muchos sueños que tenía se vinieron abajo, igual que mis ilusiones y mis sentimientos. Por desgracia, en ese momento sentía que mi vida iba viento en popa. Tengo un buen trabajo, la gente que me quiere se ha mantenido cerca en todo momento. Con esta noticia, parecía que ya nada tenía sentido ahora. Parecía que todo por lo que había luchado, no había valido la pena. ¿Cómo crees que me sentía, al saber eso siendo una mujer joven?

Caí en depresión

Aunque recibía buenas noticias, yo no me sentía digna de festejar, porque por dentro estaba deshecha. Lo único que deseaba era que en ese momento apareciera en mi vida un genio (aunque no fuera de la lámpara maravillosa) y me concediera solo un deseo. No hubiera pedido más, lo único que quería era tener la dicha de ser madre. Simple. Por desgracia, la vida no es así y tuve que resignarme a mi triste realidad.

Sí, soy estéril

Luego de tan amarga noticia, anduve por un buen tiempo muy sensible. No soportaba ver a padres felices con sus hijos. Dejé de ver muchas películas que me gustaban, porque los finales eran demasiado buenos para mí. Hubo un día en que un sobrino me preguntó cuándo tendría un bebé, pues él quería tener un primo para jugar juntos. Cuando me lo dijo me solté a llorar. Mi sobrino se espantó, no sabía qué había hecho o por qué me había puesto así yo.  En ese momento, los únicos que sabían de mi situación, eran mis padres. Sin embargo, ellos me sugirieron pedir ayuda para saber manejar el asunto sin que me tumbara cada vez que dijeran algo que me doliera.

Tuve que aceptar la realidad

Antes de comentar algo con mi familia o amigos (que por cierto me veían muy diferente y no sabían la razón), busqué la ayuda de una experta. Ella conoció mi situación y me hizo entender que era algo que no estaba en mis manos. Lo que sí estaba en mis manos era la decisión de qué hacer con eso. ¿Ser feliz o infeliz? Buena pregunta. Era un hecho que en ese momento me sentía infeliz, pero eso no era suficiente para que dejara de lado todo lo demás que me hacía sentir viva. Tengo una carrera y un trabajo en el que hago lo que amo. Mi familia me apoya en todo momento, al igual que mis amigos. Sí, era doloroso saber que no tendría jamás un bebé en mi vientre, pero eso no significaba que no pudiera experimentar esa maravillosa experiencia de otra forma, claro está.

Segunda oportunidad

Luego de trabajar en mí por muchos meses, opté por darme una segunda oportunidad. La merezco y sé que seguiré encontrando gente maravillosa en mi vida. Además, hay muchos niños que merecen tener una familia que los ame y yo puedo ser una de ellas.