Acepté hacer este reto porque, como te habrás dado cuenta, esta onda del fitness me encanta. Llevaba ya un ratito buscando algo diferente que probar y vagando por Pinterest encontré unas imágenes con yoga que llamaron mi atención. Así que me decidí. Me inscribí a una clase de yoga dos veces por semana. Te voy a contar cómo, a pesar de mi pésima elasticidad, logré pasar un mes haciendo yoga dos veces por semana.
Primero que nada tengo que contarte que el yoga es una práctica de 5000 años de antigüedad, que realiza un montón de gente. Más que una actividad física, es una disciplina, una filosofía de vida. Esta práctica pretende unir nuestra mente, cuerpo y espíritu.
Los beneficios del yoga
Antes de comenzar el reto, me di a la tarea de investigar acerca de sus beneficios. Encontré cosas muy interesante, ya que según los expertos mejora la condición física, da resistencia, alivia el estrés, mejora la calidad de sueño, ayuda a tener una mejor conexión contigo misma… De hecho, muchos son los beneficios que esta práctica promete. Por otra parte, me dio curiosidad saber qué tan flexible debes ser para practicar este ejercicio. Le pregunté a una amiga que es maestra certificada de yoga y me dijo que no importaba cuánta elasticidad tengas. En este sentido, la elasticidad aumenta gradualmente conforme lo practicas. Así que con un poco de nervios fui a inscribirme a una academia de yoga.
La primera semana
Ok, pues déjame contarte que entré con algo de miedo a la primera clase de yoga en mi vida. Pensé que iba a encontrarme con chicas haciendo yoga con mucha experiencia y que yo iba a ser la única moviéndose como tabla toda la clase. Además, no tenía ni la más remota idea de cómo se llevaba una clase de estas. Por lo que me dirigí al profesor quien muy amablemente me indicó que escuchara atentamente las instrucciones, me relajara y solo… ¡lo hiciera! La primera clase haciendo yoga paso rápido y sin contratiempos. Las posturas no me parecieron tan complicadas. Además, el profesor estaba atento a todas las personas de la clase quienes realmente no eran expertas. De hecho, eran solo personas como yo intentando hacer yoga. En realidad fue espectacular la forma en la que mi cuerpo se relajó toda esa semana. Empecé a enamorarme del yoga e, incluso, compre un mat en vez de pedir uno prestado en la escuela.
Segunda semana
La primera semana aprendí que es mucho mejor hacer yoga con ropa pegadita. De esta forma, al adoptar las posturas con las piernas al aire tu blusa no se levanta. Por otra parte, es bueno no comer nada por lo menos dos horas antes de hacer ejercicio, ya que puedes tener problemas estomacales nada placenteros a la mitad de la clase. Además, me di cuenta de que las posturas de yoga en realidad son retadoras. Se ven super fáciles. Claro que puedes sostenerte un buen rato con mucha voluntad, pero tener una buena postura cuesta más trabajo de lo que yo pensaba. Fueron muchas las veces en las que me corrigieron la postura y, si te soy sincera, fue super doloroso las primeras veces. Además, mi nula elasticidad no fue un problema, ya que existen diferentes opciones en cada postura. Digamos que tienen la versión fácil y la difícil. Conforme pasa el tiempo puedes ir adaptándote y te costará menos esfuerzo.
Tercera semana
A la tercera semana haciendo yoga agradecí haber intentado este reto autoimpuesto. Si bien al principio fue doloroso adoptar las posturas de manera adecuada, con los días mi cuerpo se acostumbró. A tal grado, que hasta mi forma de caminar comenzó a cambiar. Esta semana me animé a tomar una clase extra de yoga, pero esta vez en su versión aérea. Conclusión: ¡genial, te la super recomiendo! Es divertido, diferente y te quita un poco de esa odiosa rutina a la que a veces nos aferramos. Los estiramientos son mucho más intensos. Además te sientes un poco más segura por el hecho de que la tela te esta sosteniendo. Amé con locura y pasión la tercera semana haciendo yoga.
Cuarta semana
Ahora quiero hacer hincapié en esto que dicen que el yoga conecta tu mente, cuerpo y espíritu, ya que es 100% verídica. En realidad te encuentras en posturas en las que tu respiración lo es todo. ¡Y bueno! ¿Cuántas veces en el día te das cuenta de cómo estás respirando? Controlar tu respiración es super importante al hacer este ejercicio. Es la forma en la que logras sostener las posturas y avanzar clase con clase. Por otra parte, es un ejercicio que haces contigo misma. Es increíble la conciencia que adquieres sobre tu cuerpo y qué tan fuerte eres en realidad. Debo confesar que soy una ardua creyente de la meditación, la realizo a diario. A lo que voy es que practicar yoga me ayudó muchísimo a complementar esta parte.
Conclusión
Super recomendado, de verdad. Espero que algún día te animes a experimentarlo. No te voy a mentir: requiere paciencia, pero bien vale la pena. Además, hay muchos tipos de yoga que puedes probar, según la intensidad de ejercicio a la que estés acostumbrada. Finalmente Como dato extra, algunos días de estas cuatro semanas también probé tutoriales en casa. En realidad no hay excusa para no intentarlo. Si bien es buena idea acudir por lo menos un mes a clases para que una persona entrenada te enseñe las posturas principales, no hay razón para detenerte por la falta de dinero. De verdad, ¡INTÉNTALO!
Y sí lo haces, cuéntamelo todo.