Desde hace mucho tiempo fui diagnosticada con problemas de gastritis y colitis nerviosa. A raíz de eso, mi cuerpo sufría las consecuencias cada vez que tenía demasiado estrés, miedo o mucha presión en el trabajo o la escuela. Parecía ser algo normal, mientras lo tuviera controlado. Sin embargo, de un tiempo para acá, el malestar se mantuvo constante, incluso cuando tomaba mis medicamentos y había cambiado mi rutina por algo más relajado. Sufría inflamación de tal manera, que dejé de hacer mis actividades porque ya no podía, pero jamás imaginé cuál era la verdadera razón.
No tratar la inflamación puede ser algo delicado
Como dije, desde que supe de mis problemas estomacales, opté por cuidar de mi salud y cambiar algunos de mis hábitos por mi propio bien. El médico me explicó que si no hacía algo por mi cuerpo, podía haber un desenlace bastante fatídico como enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer, artritis, depresión o Alzheimer. Así es, la inflamación crónica puede tener estas consecuencias, si no haces algo por cuidar de ti. Imagina mi miedo al saber eso. Obviamente mi alimentación “mejoró” y yo creía que iba por buen camino, hasta que…
Las cosas iban de mal en peor
A pesar de que había adoptado una alimentación más saludable, debo confesar que no dejaba de comer golosinas y todo lo que contuviera azúcar. Pero yo no estaba consciente de que el exceso de azúcar puede producir inflamación crónica, que a la larga desencadena enfermedades crónicas. Además, el azúcar realmente es mala para el cuerpo porque: permite que el colesterol malo aumente en el cuerpo; causa aumento de peso y resistencia a la insulina.
Sufría inflamación
En un principio, me costó mucho trabajo dejar de comer cosas con azúcar. Bien dicen por ahí que causa adicción y vaya que sí. Los primeros días me sentía ansiosa, desesperada por probar un poco de azúcar. Incluso de la misma azucarera quería ir y sacar unos cuantos granos. Obviamente, tenía que dejar de comerla por mi salud. Con mucho esfuerzo y dedicación lo estoy logrando y la inflamación ha disminuido bastante. Las veces que llego a tener antojo de algo dulce, opto por comer alimentos dulces de origen natural como miel de abeja o miel de maple. Son opciones más saludables con mi organismo que me libran de cometer una locura que terminará afectando a mi aparato digestivo.