La salud de nuestros pequeños es la prioridad numero uno. Cuando somos mamás buscamos la forma de cuidar a nuestros pequeños , mantenerlos felices y saludables. Hoy en día la epidemia de la diabetes es un problema que atañe a la mayor parte de la población latinoamericana. Esta no distingue edades.
Algunos alimentos han sido satanizado a través de los años por sus graves consecuencias en el organismo. Tal es el caso del azúcar ¿Realmente es tan mala como todos lo dicen? ¿Deberíamos prohibírsela a nuestros pequeños?
Un estudio hecho por el DR. Robert Lustig y su equipo en la Universidad de San Francisco, California, comprobó los dramáticos beneficios de quitar el azúcar de la vida de nuestros pequeños, en solo 10 días. Por supuesto el cambio se vuelve duradero cuando continuamos con la misma línea de alimentación.
Se les quito el azúcar por 10 días a 43 niños y estos fueron los resultados:
- El nivel de trigliceridos bajaron 33 puntos aproximadamente.
- El colesterol bajo, así como la presión sanguínea.
- El nivel de riesgo de que los niños contraigan diabetes bajó considerablemente, cuando sus niveles de insulina se normalizaron.
Esto sucede gracias a que el páncreas no esta siendo estimulado por el azúcar, el páncreas es el encargado de liberar la insulina.
Los dulces y comida chatarra que se encuentran en el mercado, no están endulzados con azúcar como tal. Se endulzan con jarabe de maíz de alta fructuosa, misma es metabolizada por el hígado. Cuando el hígado se satura por tanta fructuosa, manda la que no necesita a grasa, es por esto que los niños comienzan a subir de peso y no solo eso, si no que hacen que su hígado haga un gran esfuerzo por metabolizar un dulce. Si nosotros le solapamos a los niños y les damos diariamente más de uno, el daño empieza a ser considerable.
Muchas veces relacionamos el colesterol y triglicéridos con comida alta en grasas, cuando tiene el mismo efecto el azúcar refinada. Aunque no estemos cocinando cosas fritas, todas las comidas enlatadas que contienen azúcar, llámese pan dulce, helados, frituras, dulces, refrescos etc.. son los que afectan de igual forma nuestra salud y la de nuestros hijos.
Una vida sana es lo mejor que podemos darle a nuestros hijos. Esto dictará la calidad de su vida adulta, un organismo cuidado desde el principio es mejor que un adolescente tratando de poner un alto a sus malos alimenticios infantiles.
Recuerda, somos el ejemplo de nuestros niños, ¡el cambio comienza por nosotras!