Viajar con tus amigas no siempre es lo que soñabas

Viajar con tu grupito de amigas puede sonar idílico, pero de la realidad al hecho hay toda una historia que contar. Hace unas semanas fui de viaje con mi grupito de amigas de la preparatoria. Realmente creí que iba a ser la mejor experiencia de todo mi año, pero no contaba con que mi BFF se convirtiera en una desquiciada desde el día 2 del viaje.

Comenzamos el viaje

Selfie para comenzar el viaje en carretera. Voy a guardarla para la posteridad puesto que esa fue la última foto del viaje en la que todas teníamos una cara sonriente. Nos turnamos para manejar hacia un pueblo no muy cercano a la ciudad donde hay atracciones turísticas muy bonitas. Hay una gran cascada, un río y hasta un tour por la montaña. Llevábamos un itinerario bastante definido para aprovechar el viaje lo más posible. No obstante, las cosas se torcieron en la carretera por un pequeño berrinche. Mi mejor amiga comenzó a hacer tremendo berrinche cuando se dio cuenta de que no había tienditas de chucherías en la carretera. Alegaba que se le estaba bajando el azúcar y lo único que traíamos a la mano era una cajetilla de cigarrillos, agua y una manzana que le ofrecí. Cuando ella me dijo que no iba a comer comida de pájaros como yo, pensé que lo decía en broma… Yo aún tenía la mano estirada esperando que tomara la dichosa manzana.

Continuamos el viaje con una mujer hambrienta

Esa chica histérica, diría yo, no dejó de hacer tremendo berrinche hasta que llegamos a una gasolinera. El resto del viaje fue bastante tranquilo. Todas decidimos no comer tanta chuchería para llegar a cenar al restaurante del hotel. Claro que para cuando llegamos, esta chica se había embutido tres bolsas grandes de papas, un refresco de cola y algunos dulces. Las demás llegamos con bastante apetito, así que acordamos subir a nuestras respectivas habitaciones y bajar más frescas 15 minutos después para atacar el hambre. Yo subí de lo más emocionada a la habitación. Por suerte, nos tocó una buena vista hacia la montaña. Al llegar a la habitación que compartiría con ella, me lancé sobre la cama junto a la ventana. Al instante, mi amiga puso cara de pocos amigos y me dijo que era muy descortés de mi parte no preguntarle qué cama quería. Realmente me daba igual la cama, teníamos una vista periférica hermosa. Le dejé la que estaba junto a la ventana. Comencé cambiarme y le dije: ” Venga, tenemos 10 minutos”. Ella se metió al baño mientras yo me ponía un vestido, escuché cómo el agua de la regadera comenzó a correr.

Anda que nos esperan

“Anda que nos esperan” fue mi mantra durante todo el viaje. Ese día bajamos no 30 sino 45 minutos tarde a cenar. Mis amigas ya estaban desesperadas y entraron en el restaurante sin nosotras. Yo no quise dejar a mi BFF sola porque pensé que se vería mala onda. En mi estómago se hacía un hueco mientras esperaba. Cuando llegamos al restaurante todas veían a Ariana con una cara de hastío. Ella solo sonrió y nos dijo: “Ven que es irritante andar con hambre”. Todas tomamos a broma su comentario y decidimos pasarla bien el resto de la noche. Al día siguiente llegamos tarde al tour, y al día siguiente a la aventura en el río. Yo le insistí a mi amiga que debería despertarse más temprano. Ese día hice de todo para que despertara. Por fin, después de poner mis mantras a todo volumen decidió salir de la cama y me pidió que le fuera a comprar un agua porque no nos iba a dar tiempo de bajar a la tienda. Con gusto acepté mientras ella se paraba a bañarse.

“No cabe el agua en mi mochila”

Regresé muy mona de la tienda, con dos botellas de agua y un par de sándwiches. Sin embargo, a mi amiga no le agradó nadita que le hubiera comprado una botella tan grande porque no le cabía en al mochila. Me hizo un completo drama y me preguntó si no había pensado con la cabeza cuando compré tremendo botellón de agua. Como si le hubiese comprado un garrafón. ¡En fin! Peleamos y bajé con las demás a esperar el camión que nos llevaría a la cascada. El tour se retrasó claro, porque Ariana se estaba planchando el cabello. 

Mentadas y el final de un viaje agonizante

Agonía al escuchar sus ronquidos, al ver cómo dejaba la toalla tirada en el baño, sus retrasos, etc. Ninguna como la que sufrimos cuando ella no quiso ir al baño en una parada y decidió esperar hasta llegar al hotel. Todas le insistimos, faltaban 35 minutos de viaje aproximadamente. Sin embargo, Ariana no cedió, se sentó detrás del chofer y contuvo la respiración. Después de 10 minutos, el chófer se deleitaba con el léxico de lujo que maneja mi amiga cuando quiere ir al baño y no puede. El último día del viaje fue el colmo, mientras todas intentábamos tomarle fotos para su IG. Fotos en las que se le veía la camisa apretada de lo estreñida que estaba. Contra los botones no se puede hacer mucho y menos contra una cámara. Ese día en la noche, Ariana tomó un camión de regreso a casa y nos dejó tiradas.

La buena parte de esta historia es que tuvimos dos días muy agradables de paz. La mala es que descubrimos que una de nosotras siempre fue más tóxica de lo que pensábamos. Los viajes entre amigas siempre dejan aprendizajes. Ten cuidado, a veces tenemos amistades muy tóxicas que conservamos sin conocer realmente cómo son.