Ser madre te lo pintan de una manera maravillosa, extraordinaria, la mejor experiencia de tu vida. Sin embargo, sabemos que en realidad no es tan mágico como lo dicen. Convertirse en mamá implica mucha responsabilidad, sacrificio, dinero y tiempo. Para algunas mujeres esto es una tarea sencilla. ¿Cómo lo hacen? No lo sabemos, pero es algo un poco alocado. Otras mujeres como tú y yo, le tenemos miedo a ser madre. ¿Por qué? Aquí te comparto algunas razones por las que sucede. No te preocupes, es completamente normal; además, hoy en día eres libre de decidir quién quieres ser.
A perder tu libertad e independencia
Se entiende por completo. Has trabajado duro para llegar a donde estás y sabes que un hijo puede derrumbar tu éxito. Bueno, no lo derrumba pero te detiene muchísimo y es muy difícil continuar por ese camino. Ya no puedes irte de fiesta por las noches o incluso salir a la hora que quieras tú sola porque tienes una nueva responsabilidad llamada “bebé”. No tienes reglas, tienes tus pasatiempos y haces lo que tú quieras con tu tiempo, te da miedo perder eso para siempre.
Tienes miedo de perder tu identidad
Yo lo he visto en muchas mujeres: pasan de ser “fulanita, ingeniera, emprendedora, amante de la naturaleza, películas, etc.” a “la mamá de fulanito”. Hay mujeres que, en serio, se dedican a ser madres al 100% y dejan de descubrirse a ellas mismas. Es normal que te dé miedo que los demás te vean como solo una madre y no por quién realmente eres.
El cambio de la relación con tu pareja
Por supuesto, este es un terror enorme en un matrimonio o relación de pareja. Esas escapadas por las noches, planes inesperados o viajes se irán por largo tiempo. Tu hijo absorberá casi todo tu tiempo y eso puede afectar la relación en ambos.
A no ser capaz de cuidar a tus hijos como se debe
Entre la comunidad de mamás y la familia, esto es una gran presión para la mayoría de las mujeres. Tienes miedo de no ser lo suficientemente buena para cuidar a tus hijos. Los niños son tan delicados, volteas un segundo y ya se cayeron o hicieron alguna travesura. Te preguntas a ti misma: “¿realmente tengo la paciencia para esto?”.