Si pretendes ser LA OTRA, esto podrías aprender…

Pues sí, no me enorgullece decirlo pero yo fuí la otra mujer. Yo era la amante de un hombre casado. Y claro puedes juzgarme. Como la empresaria que soy, sacar a la luz que fui la amante de un hombre casado es cuestión casi de vida o muerte. Sin embargo sé que hay muchas personas perseguidas por este secreto.

Fue una de la experiencias más fuertes que he tenido en mi vida. Estas son las cosas que yo aprendí de ese lapso de mi vida. Gracias a ellas me convertí en una mejor mujer. Claro que no estoy orgullosa de ello, pero creo que de no haber vivido esto. No podría el día de hoy contar con esta sabiduría, porque vivirlo en carne propia es diferente a leerlo.

La lección más dura es que tener una relación de ese tipo te lleva a ir en contra de todos tus valores.

Lo conocí en una comida de negocios, desde el momento en que via este hombre me llamo la atención. Me lo presentarón y me decepcione mucho cuando me enseñó la foto de sus hijos. Era un hombre casado. Tuvimos una larga charla, yo estaba recién divorciada, sola. Sé que no es excusa pero en ese momento sentí que no iba a poder hacer nada al respecto. La química estaba ahí. El me contó sobre su “horrible” matrimonio. Fue todo un cliché. Debí declinar su oferta de ir por un café pero no lo hice. Así acabe siendo su amante, después de que una cosa nos llevo a la otra.

Muchos me hicieron sentir culpable después de tomar la decisión de ser la amante. Pero la verdad es que en ese momento nada servía, nada le ganaba a mi enamoramiento. No por nada dicen que estar enamorado es igual a estar drogado.

Ser la amante no es tan glamoroso como parece

Vergüenza creo que es la palabra que rondo mi vida durante los 6 meses de relación. fui a varios viajes de negocios con el, donde yo no me sentía tan mal al no saber nada de “ella” su esposa. Aún siendo consiente de la situación, me encontré a mi misma en un restaurante tras haber pasado la noche con él, sentada escuchando como le hablaba para reportarse. Escogí esa situación y no por ello eso lo hacía más fácil.

Nadie te hará sentir tan culpable como tu misma

Mi ex esposo falló a nuestros votos de matrimonio por mucho tiempo. Eso me había dolido mucho y fue en parte la razón por la que me divorcie. Y yo, estaba haciendo lo mismo. Le conté mi situación a varias personas, incluido mi hijo adulto se enteró y no me bajo de una mala mujer. Aún cuando su padre me había hecho lo mismo a mi (se que no es excusa), pero me dolió. Mis amigos solteros me abrieron las puertas, los casados me las cerraron. Nadie, ni siquiera las amigas casadas que decían pestes de mi, eran tan malas como yo misma lo era conmigo. Los meses que pase con este hombre no fueron felices, de hecho fueron los meses más tristes y oscuros de mi vida. Estaba decepcionada de mi misma.

Fuí la ladrona de momentos

El placer culpable hace que cualquier relación amorosa sea aún más apasionada. Lo prohibido y el futuro prometido es el mejor alimento para estas relaciones de mentira. Hice algunos viajes con él, vimos casas en otro estado. Aunque nuestro tiempo era limitado yo procurada disfrutar de él. A veces pienso que la sensación de la caza es lo que nos motivaba a seguir adelante.

Vivir con incertidumbre duele muchísimo

Es como firmar un contrato donde nunca ves el pago, siempre le dan vueltas. Es sentirte engañada porque invertiste tiempo, emociones, dolor, vergüenza y hasta pusiste tus valores de por medio. A veces desaparecía una semana, no me respondía los textos. Temblaba en la noche llorando porque quizás nunca me regresaría la llamada. Intente dejarlo muchas veces, pero siempre regresaba. Me torturaba a mi misma poniendo “límites” que ni él ni yo cumplíamos. El era una droga, mientras estabamos en cama riendo y haciendo planes el mundo alrededor no importaba. Pero después pasaba el 70 % de mi tiempo angustiada, triste, deprimida.

La culpabilidad sí enferma

Cualquier chica en mi situación podría comprender la tensión en el cuerpo la angustia y la culpa de ser descubierta. Durante estos meses y conforme la cosa iba de mal en peor me di cuenta que mi estado de ánimo era super errático. Apenas dormía, comía muy poco. La angustia me traía dolores de pecho terribles.

El dejó a su esposa y se vino a vivir conmigo. Estaba tan feliz y tan angustiada, que mi estomago burbujeaba todo el tiempo. Después de un mes juntos el también enfermó y regreso a su casa. Cuando me dejó para regresar a ella sentí un alivio brutal.

Mi última y más fuerte lección fue aprender a perdonarme y dejarlo ir

Nadie merece ser la otra mujer. Tuve la oportunidad de conocer a su esposa y disculparme por todo el daño que le hice. Esta mujer es un ángel, ella me agradeció por la acción. Es una de las cosas más valientes que he hecho en mi vida, pues creo que de no haber conseguido su perdón el veneno mental habría acabado conmigo. La parte más difícil fue verme al espejo y ver en lo que me había convertido. Todas podemos caer. Ser la amante jamás estuvo dentro de mis planes.

Sí estas en una situación similar creo que tengo que decirte que vales la pena y esto puedo marcar tanto tu vida como se lo permitas. Al final vivir dentro de una mentira es no vivir para nada. Hay que aprender a personar y agradecer las lecciones por duras que estas sean. Ser adultos y reconocer las consecuencias.