Hace unas semanas mis roomies y yo quedamos en hacer un viaje mochilero por un motivo: llegar a Santa María Maquixco, Teotihuacán. ¿Para qué? Para acompañar a otra de nuestras compañeras de casa en la inauguración de su paletería y heladería. Todo pintaba a que sería un viaje exprés y sencillo, pero en realidad así nos fue…
Conociendo San Juan
El viaje empezó un sábado en la Ciudad de México, de donde dos de mis roomies y yo partimos a las 5 de la tarde. Tras casi dos horas, la primera parada fue en el pueblo San Juan: un lugar chiquito, pero bonito. Aunque llegamos en la noche, encontramos con un par de comercios abiertos. Sin embargo, nuestro objetivo era hallar un lugar donde comer, ya que moríamos de hambre. Tras un breve recorrido por la plaza principal, unas suculentas empanadas “nos hicieron ojitos”. El negocio era improvisado y pequeño. De hecho, sólo había una mesa con los ingredientes, otra con los platos y vasos, una olla con base y un par de bancas. Pero los dueños fueron muy amables y las empanadas estaban muy ricas. Tras la deliciosa cena, mis roomies y yo quedamos de vernos con nuestra anfitriona; es decir, nuestra otra roomie, a quien llamaremos Melocotón.
Viaje mochilero y en Vocho
El punto de encuentro fue la plaza central de San Juan, donde nos quedamos esperando unos minutos. Durante éstos, a una de mis roomies (Princesa) se le ocurrió ponerse a bailar, lo que llamó la atención de… ¡una perrita! Ésta se quedó junto a nosotras e incluso se acostó para que le rascáramos la panza. Acto seguido: Melocotón llegó por nosotras en el Vocho que manejaba su hermano. Y este fue el comienzo de la verdadera aventura…
Decoración y dulces
Al llegar a casa de Melocotón, nos organizamos para ayudarla en dos cosas: hacer bolsas con dulces, que serían para regalar a los niños, y escribir los nombres de los helados en unas pizarras. Honestamente, sólo una de nuestras roomies (Food) se encargó de las pizarras, ya que tiene bonita letra. En tanto, Princesa y yo armábamos las bolsitas. Para entrar en ambiente, nos pusimos a escuchar música de Ricky Martin y luego de Timbiriche, porque ¿quién no ama la música “ochentera”? Para no hacerte el cuento largo, nos fuimos a dormir y…
Pisocama
Pusimos de cabeza el cuarto de Melocotón. ¿Por qué? Bueno, porque en su cama durmieron ella y Princesa y en el piso colocamos un colchón para Food y para mí. A un costado de ese colchón, su novio instaló un colchón inflable que, por cierto, no pudo inflar. En la habitación hay otra cama, donde durmió el hermano de Melocotón… Es decir, ¡hubo cuarto lleno! Luego de acomodarnos, finalmente nos acostamos a dormir como a las 2 de la madrugada.
¡Nos quedamos sin ropa!
Y llegó el día anhelado: ¡El día de la inauguración! La intención era levantarnos a las 8 de la mañana, pero al final nos pusimos de pie a las 9. A esa hora todo era movimiento porque el corte de listón era a al mediodía. Es decir, sólo teníamos tres horas para dejar todo listo. Entre las carreras, alguien cerró la puerta del cuarto con llave, lo cual descubrimos a la hora de ir a buscar la ropa para bañarnos. Y sorpresa, resultó que las llaves de la recámara estaban extraviadas.
¡En pijamas!
El novio de Melocotón se subió al balcón del cuarto para tratar de abrir una ventana, lo cual no logró. Nosotras tampoco pudimos abrir la puerta, así que el papá de nuestra roomie y el hermano de su novio subieron con herramientas para abrirla. Esto tardó más de lo pensando, así que nos quedamos en pijama, y así vestidas recibimos a los primeros invitados. ¿Y cuál crees que fue el primer comentario que nos hicieron? Pues sí, fue: “No nos avisaron que teníamos que venir en pijama”. Acto seguido comenzamos a reír porque, ¿qué se hace en esos casos?
¡Listas para la inauguración!
Tras la odisea, finalmente pudieron abrir la puerta y, por lo tanto, pudimos tomar nuestra ropa para arreglarnos. A la inauguración llegó otra de nuestras rommies (Maestra), en compañía de sus padres, así que el festejo se puso ¡INCREÍBLE! Sí, la inauguración fue un éxito. Llegó mucha gente y las paletas y helados fueron del agrado de todos. Y sí, lo admito, nos comimos como tres helados y dos paletas. Y como broche de oro, vimos el Super Bowl; la verdad, no soy fan del fútbol americano, pero era la sensación del momento.
¡Y que hace un split!
¡Pero la noche no terminó ahí, claro que no! A mis rommies se les ocurrió convertir la sala de la casa en la pista de baile. Yo, cual amargada, no quise bailar, pero sí observar todo el numerito. Con esto me refiero a que sé que las chicas siempre hacen sus retas de baila, sobre todo Melocotón y Maestra. Y esa noche no fue la excepción. Entradas en ambiente, después de bailar Single ladies, de Beyoncé, empezó la acción. Al principio, los pasos de baile fueron sencillos, pero luego ya no y Melocotón y Maestra lo sabían. Sobre todo esta última, quien sin dudarlo, hizo unos sexys movimientos, los cuales culminó en medio de la sala con el ahora nombrado “insuperable split“. Evidentemente, Melocotón se quedó con el segundo lugar y todos los presentes no superábamos lo que acabábamos de ver.
La última y a dormir
Como me suele ocurrir, en lo último de la fiesta quise bailar. Pero ni crean que eran pasos de baile “normales”, no. A todos se les ocurrió inventar un movimiento, los cuales todos hacíamos mientras bailábamos en círculo, como si se tratara de una ronda infantil. Sólo recuerdo cómo bautizaron dos pasos de baile: “El Delfín” y “La Perra”. Y sí, de nuevo la madrugada nos alcanzó y esta vez teníamos que ingeniárnosla para agregar a dos personas al cuarto: Maestra y el primo-sobrino de Melocotón. ¿Cómo lo hicimos? Simple. Melocotón compartió cama con Maestra y Princesa se bajó a dormir con Food y conmigo. Y el primo-sobrino durmió con el hermano de Melocotón. Ahora entiendo eso de “sabiéndolo acomodar, todo da”.
¡A las pirámides!
Unas horas después, a las 5:30 de la mañana, como tres horas después de acostarnos a dormir, nos levantamos para ir a Teotihuacán. Y de nuevo nos tocó hacer el viaje en un Vocho, en el que íbamos Maestra, Food, Melocotón, Princesa y yo, además de dos amigos de nuestra anfitriona. Y sí, de nuevo aplicamos la de “sabiéndolo acomodar, todo da”. La primera parada fue un lugar donde hacen viajes en globos aerostáticos. No te ilusiones tanto, no nos subimos, sólo fuimos a ver cómo se elevan los globos. Y después partimos rumbo a la zona arqueológica.
¿Qué sentí?
Desearía decirte que subir hasta la parte más alta de la Pirámide del Sol fue mágico, pero la realidad es que sentía que me faltaba el aire. Y no, no es por obesidad, sino porque no estoy acostumbrada a la altura, ya que en mi natal Mérida, Yucatán, es muy diferente. Sin embargo, como me propuse subir (y mi orgullo me decía que no me detuviera), llegué a la cima. Al estar ahí, sentí paz, alegría, tranquilidad y felicidad. Fue uno de esos momentos en los que me doy cuenta de lo que puedo lograr, sobre todo cuando tengo gente linda a mi alrededor; en este caso, las niñas. ¿Y qué crees que hicimos al estar así de alto? Pues no sentamos en un cuadro para absorber energía, dar gracias a la vida y disfrutar del presente. La bajada fue más sencilla, así como la subida a la pirámide de la Luna. En ésta nos quedamos a contemplar la vista. Nos relajamos, soltamos penas, miedos y dolores para sólo llevarnos paz y amor.
El último paseo
De regreso a la casa de los papás de Melocotón, desayunamos, platicamos, compartimos anécdotas y, principalmente, morimos de la risa. Después descansamos para recargar pilas, ya que en la tarde fuimos a comer y a cenar a San Juan. ¿Cómo nos trasladamos hasta ahí? De nuevo en un Vocho, en el que íbamos Maestra, Food, Princesa, Melocotón, su novio y su hermano y yo. Sí, de nuevo hubo multitud, pero ya sabíamos manejar la situación. La orden fue una megapizza de cuatro sabores, papas a la francesa y refrescos. Tras la comida, dimos un breve paseo por el pueblo e incluso entramos a la iglesia. Finalmente, regresamos a casa de Melocotón, donde los papás de Maestra fueron por nosotras.
Hasta la próxima
Desearía decirles que escuché todo el concierto que Maestra, Food y Princesa dieron en el trayecto de regreso a casa, pero me quedé dormida. Lo que sí puedo decirles es que nuestro viaje mochilero y de fin de semana fue genial. A veces las cosas no pasan como las planeamos, pero resultan mejor de lo que esperábamos. De momento, hasta aquí llego con las aventuras fuera de la ciudad, pero prometo que pronto te compartiré otro viaje mochilero.