La otra cara de la moneda: cuando tú eres la infiel

He hecho algunas cosas de las que me arrepiento, pues sé que poco o nada me han dejado como aprendizaje. Sin embargo, existe una en particular que me lastimó más a mí que a otra persona. Se trata de aquel tiempo en el que fui infiel no sólo a mi pareja, si no a lo que sentía y quería…

Un amor de años

Ya en alguna ocasión les he platicado que tuve un novio durante muchos años. Podría decirse que estuvimos juntos la mayor parte de nuestra adolescencia. Por tanto, ambos nos vimos crecer y madurar tanto mental como emocional y físicamente. En consecuencia, éramos muy cercanos en muchos aspectos de nuestras vidas: círculos de amigos, música, pasatiempos  y recuerdos. Sin embargo, cada uno tenía un estilo de vida muy distinto que a menudo nos hacía pelear. Yo siempre fui muy idealista  y un poco intensa, él era muy relajado y práctico. Mientras que yo siempre buscaba una causa que defender, él se enfocaba más en sus intereses.

Una barrera entre tú y yo

 Con el paso de los años dejamos de ser aquellas personas que se conocieron cuando eran pequeños. Cada uno comenzó a enfocar su vida a intereses distintos yo amaba la literatura, el cine  y la forma como ambos hablan del mundo. En cambio, él amaba la tecnología, el diseño y la practicidad de las cosas. Por tanto, siempre sufrimos muchos desencuentros pues ya no teníamos lazos ni conexiones. Por si fuera poco, él perdió interés en mí y cada vez  lo veía menos. Así mismo, dejó de involucrarse en mis pasatiempos aunque yo sí trataba de estar en los suyos.

Entonces conocí a mi ardiente tentación…

Siempre he pensado que hay relaciones que se acaban antes de terminar. Eso pasó con la mía, ya sólo éramos dos amigos que pretendían ser novios. Justo en ese momento conocí al chico que me hizo perder la cordura. Se trataba de un compañero de clase. Todo fue muy rápido e intenso: nos hicimos amigos, no parábamos de platicar, discutir y pelear por las cosas que nos apasionaban, las cuales para colmo eran las mismas. Sentí que por fin había conocido alguien afín que compartía ideales, metas y angustias conmigo. Por tanto, comenzamos a salir cada fin de semana y a vernos entre clases. Poco después lo llevaba con mis amigos, a fiestas, a exposiciones, etc… Nos comportábamos como novios aunque no lo fuéramos.

Lo que aprendí de ser infiel

Poco o nada pensaba en mi novio quien, como siempre, se mantenía distante. Sólo en ocasiones salíamos y parecía ir todo normal. Por una parte quería dejarlo y tener una relación con el chico con el que salía. Pero él no quería tener una relación conmigo. Es decir, estaba en la nada lastimando a mi novio y a mí. Ya no lo quería, pero tampoco lo dejaba ir y, por otra parte, estaba aquel chico que me gustaba, pero para él eso no era suficiente. Me sentía mal todo el tiempo, sabía que esa no era yo, pero tampoco quería detenerme.  Ser infiel era el menor de mis problemas ya que no sólo se trataba de lastimar la confianza de la persona que me quería, también estaba cambiando mi forma de ser y mis valores. Finalmente, decidí alejarme de esos dos chicos para sanar mi corazón y ahora estoy bien. Incluso volví a enamorarme, pero luego te cuento eso…