Todos hemos pasado por una o dos malas experiencias durante la infancia. Algunas de ellas son eliminadas por nuestra memoria; sin embargo, el subconsciente es poderoso y las trae de vuelta. En este sentido son heridas que no hemos sanado, por tanto afectan cada una de nuestras relaciones ya sean sociales, laborales o personales. Estas son las heridas emocionales que no te permiten ser feliz.
Rechazo en la infancia
El rechazo hace adultos inseguros, violentos y aislados, esto es consecuencia del rechazo de los padres. Generalmente se asocia a la relación distante con la padre. Por tanto, es importante que el niño reciba atención psicológica para que aprenda a entender y a procesar el rechazo.
El abandono nunca se va
Cuando alguno de nuestros padres o hermanos se va durante la infancia, deja una huella muy dolorosa. En este sentido, al ser pequeños no entendemos los motivos por los cuales esta persona se va. Mucho menos entendemos las complicaciones que esto conlleva. En consecuencia, cuando somos adultos siempre tememos que la personas que están a nuestro lado se vayan. Por tanto, solemos aceptar relaciones autodestructivas con tal de que no terminen.
La injusticia también lastima mucho
Si crecimos en un ambiente hostil con padres autoritarios y rígidos, poco flexibles, tal vez tengamos una percepción extraña de la justicia. Así mismo nuestras relaciones suelen ser poco equitativas ya que desde la infancia aprendimos que alguien manda y otro obedece. Por si fuera poco, nos parece más fácil engañar y manipular a la gente.
La humillación es una de las peores heridas
Si tus padres o familiares acostumbraban a llamarte con sobrenombres groseros, tus primos o amiguitos te molestaban en la escuela, déjame decirte que sufriste humillación. Las consecuencias de esto son poca autoestima, resentimiento y inhabilidad para entablar relaciones sanas. Incluso algunas personas suelen convertirse en abusadores para descargar el daño que sufrieron.