Todos los días mueren personas, pues es un camino al que todos llegaremos tarde o temprano. Sin embargo nunca ha sido fácil afrontar un momento así. Ahora imagina cómo se pone la cosa cuando al luto le agregas la maternidad. Te explicaré de qué hablo. Hace poco tiempo mi hermano y su esposa fallecieron y han dejado a dos pequeñas solas. Créeme, cuando supimos del accidente, nuestro corazón se partió en mil cachitos. Mis padres quedaron devastados y yo también. Sin embargo, aunque queríamos estar de luto, fue algo que tuvimos que ignorar porque aunque estábamos desechos por dentro, teníamos que tomar las riendas en la vida de mis sobrinas.
Duele la pérdida
Perder a un ser querido es una experiencia que se define de una manera extraña; pues en realidad creo que no tiene una explicación clara. Cuando te enteras de que muere algún vecino o algún conocido, sientes feo; pero cuando se trata de alguien de tu familia, sientes un vacío dentro de ti que ya no se vuelve a llenar. Eso lo he ido comprobando conforme pasa el tiempo, pero cómo se le explica a los niños una cosa así. Como le dices a unos pequeños angelitos que sus padres no regresarán. Luego de la pérdida de mi hermano y mi cuñada, me la he pasado devastada, pero no puedo quebrarme tan fácilmente. Además de velar por mis sobrinas, también tengo una familia propia que me necesita. Mis padres están al pendiente de ellas, pero la tutela me la han dejado a mí. Así que de manera inesperada mi familia se incrementó.
Estar en duelo y ser mamá, una combinación nada deseable
Hay momentos en los que me siento mal e incluso culpable de que ellos hayan tenido que marcharse en lugar de otras personas. No estoy deseando muertes, pero tampoco entiendo por qué ellos tuvieron que irse y de esa manera. Ahora yo soy quien tengo que consolar a mis sobrinas, tengo que aguantar las lágrimas que se acumulan en mis ojos mientras les hago el desayuno o llevo a mis cuatro retoños a la cama. Soy quien tiene que responder dudas de las que ni siquiera yo tengo las respuestas.
No ocultes la verdad
Creo que es normal que nos dé miedo cómo hablar de la muerte y peor cuando son niños a los que les tenemos que explicar una situación así. Sin embargo, no hay que ocultarles la verdad, hay que decirles que esa persona ya no va a regresar. Hay que enseñarles que está bien sufrir, llorar, apapacharse. También hay que enseñarles que aunque mamá es su “ser poderoso”, también tiene derecho a sentirse débil o triste.