Creo que de las cosas que más cambio en mi vida al aprender a decir que no, fue la forma en la que me perciben los demás. No recuerdo a nadie en mi vida enseñarme a decir que no. Esta debería ser una lección de vida que todos los profesores en la escuela deberían darte, pero en cambio a mi se me enseño a ser amable y sumisa.
De hecho recuerdo mi indignación cuando era una niña y alguna niña me decía que no quería compartir sus papas. Venga una cosa es ser egoista y otra muy diferente establecer límites. La palabra no para mi era mala.
Aprendí a decir que no a mis 27 años
Para entonces ya había tenido una gran ola de percances por no saber poner límites. Le dije que sí a muchas situaciones terribles, sin embargo el día de hoy sé que cada una de ellas era un foco para que aprendiera a reaccionar. No puedo culparme por lo que viví, lo necesitaba para aprender a decir que no. Quizás haber puesto límites me hubiera traído gran felicidad en mis años adolescentes, pero no hay marcha atrás. Tengo el resto de mi vida para ponerlos y amarme a mi misma.
Lo que cambio en mi vida al principio fueron tonterías, pero después uff
Lo más tonto y significativo. Dejar de comer en lugares que no me gustaban
Tengo una amiga que ama ir a comer tacos sudados a un puestito callejero. No me malentiendan, yo se que no tiene nada de malo. Pero a mi nunca me han gustado los tacos sudados, soy muy sensible del estomago y cualquier cosa que coma de la calle me cae super mal. Pero en mi época de no saber decir que no, iba con mi amiga a los tacos solo por complacerla. Aunque pasara media semana en la cama de lo mal que me sentía del estomago. La primera vez que le confesé que no me gustaban los tacos, casi se va de espaldas. Ella sigue yendo a los tacos pero no conmigo y me siento muy agradecida por ello.
Me pasó algo similar cuando le dije que NO al hombre que me dijo pues “amigos con derechos, ¿no?”
Algo se quebró adentro el día que decidí decirle que no a ese hombre que no me estaba tomando enserio. Se siente un poder espeluznante dentro de ti cuando te atreves a no ceder, incluso aunque sabes que esa persona no se va a quedar. De hecho ni siquiera quieres que se quede, porque no le estas cediendo ese poder de controlarte. Claro decir que no te da poder y tienes que aprender como sobrellevar tus inseguridades, eso es lo que más trabajo cuesta. El día de hoy aún me cuesta decir que no, sobre todo cuando me siento insegura.
Deje de comprar ropa por complacer a mi madre
Y vaya que eso me costo muchísimo trabajo. Me sentía mal al decirle que no a mi madre. Para mi eso era como un delito, uno que me dejaba inmensas cantidades de ropa y cosas que no me gustaban en el armario. Al final cuando quería vestirme para ir a un lugar no tenía nada que me gustará. Si decirle que no a mi madre me ahorro mucho dinero, tiempo y frustración. Al final ella tuvo que aprender a no tomarse las cosas de forma personal.
Decir que no me ha ayudado en todos los aspectos y aunque todavía suelo meter la pata en el ámbito profesional. Pero al final esto es un continuo aprendizaje.