Crecer con padres estrictos me dejó varias experiencias

Hasta hace unos años, creía que tener padres estrictos era una de las peores cosas que me había pasado en la vida. Durante muchos momentos me sentí reprimida de cierta manera. Veía que mis amigos hacían y deshacían, mientras yo tenía que enfocarme en otras cosas. En algunas ocasiones me enojé muchísimo con mis padres y no entendía por qué las cosas no eran así conmigo. Hasta mucho tiempo después he comprendido sus razones y agradezco la forma en que me educaron.

“Tú no te mandas sola como tus amiguitos”

Recuerdo que en la época de secundaria, saliendo de clases, mis amigos se iban a las maquinitas o al parque a jugar en vez de irse a casa. En más de una ocasión me invitaron a ir con ellos, pero yo tenía que ir a casa porque debía cumplir con mis labores escolares antes de divertirme. Al menos, así me habían enseñado mis padres. Cuando finalizó el curso, mis notas eran de las más altas, pues siempre cumplí con mis obligaciones antes de las diversiones.

Sentía miedo de tus calificaciones, aunque fueran 8 y 9

De tanto que me exigían que cumplía con mis obligaciones escolares, yo me esforzaba por ser la mejor de la clase. Eso ya era una cuestión mía, no de mis padres. Siempre quería sacar las mejores calificaciones para que mis boletas estuvieran impecables. Cuando sacaba menos de nueve, sentía que el mundo se me venía abajo. Gracias a eso y a mis padres estrictos, logré ser la mejor estudiante y bueno, ahora en la vida adulta también he conseguido buenos resultados.

“¿Con quién vas a salir? Llama para confirmar que sea cierto”

De las veces que me dejaban salir de casa, siempre se aseguraban de que estuviera en casa de la persona con la que avisaba que iba a verme. No porque no confiaran en mí, sino porque querían asegurarse de que esas personas no trataran de sonsacarme. Con el paso del tiempo me dieron total confianza y así fue como supe cuándo acceder o no a lo que mis amigos querían hacer.

Al salir con un chico, le pedían su expediente completo

Bueno, ellos no pedían tantos papeles, pero sí se aseguraban de saber lo elemental de ese chico para tener la seguridad de que yo estaría en buenas manos. Los valientes que aguantaban la revisión, sin duda valían la pena.

¡Me iré a casa de mis tíos o de mis abuelos!

Cuando era más chica, en cuanto sentía que mis padres exageraban con sus peticiones siempre aplicaba la infalible: “llamaré a mi abuela o a mis tíos”. Creía que ellos serían mis salvadores, pero, obviamente, nunca se metieron en la forma en que mis padres me educaban, pues sabían que lo hacían por mi bien.

Después, entendí que todo era por amor ❤️

Tal vez exageré un poco en la forma en que mis padres se comportaron conmigo. De lo que sí estoy segura a estas alturas de mi vida, es de que mis padres me aman y si a veces fueron un poco estrictos conmigo, fue porque querían forjarme como una mujer de bien. Sin más, les digo ¡gracias!