Yo no quería tener un bebé

Tener un hijo es una de las decisiones que debes pensar muy bien. Un hijo no es como una plantita que riegas un día sí y luego te olvidas de ella por mucho tiempo sin preocupación alguna. No, es algo completamente diferente, lo veas desde la perspectiva que quieras. Yo no pensaba en tener hijos. De hecho, recuerdo que por mucho tiempo juraba que en mi vida no habría niños.

Disfrutaba de mi vida

Mientras vivía mi adolescencia y comienzo de la etapa adulta disfrutaba de cada momento y experiencia. Salía con mis amigos a fiestas, conocía diferentes lugares, iba a conciertos, acudía al cine y despilfarraba mi dinero sin importarme nada más. Así fue por mucho tiempo hasta que un día pasó de la manera más inesperada. Ya me había establecido con una pareja y pensábamos ya en una vida a futuro. Bueno, pensábamos en nosotros creciendo personal, profesional y emocionalmente en compañía del otro. Hablábamos de muchas cosas, menos de tener hijos. Un día nos llevamos la gran sorpresa de que tendríamos a un bebé.

Nuestro mundo cambió

A partir de ese momento nuestra vida cambió, pues tener un hijo no estaba en nuestros planes. Debo reconocer que al principio todo fue muy complejo. Si accedía a tener ese bebé, mi vida cambiaría por completo y de la forma que yo no quería. Lo pensé no una, ni dos, sino muchas veces. No estaba segura de querer tener a alguien en mi vida, no de esa manera. Mi pareja y yo tuvimos una serie de discusiones al respecto, pues estábamos en los polos opuestos. Él sí quería, yo no y estaba en un gran dilema. No creas que mi dilema era para no perder a mi pareja. Más bien se trataba del miedo a perderme a mí por tener que cuidar de alguien más.

Una decisión que tomar

Con toda la revolución que traía en la mente opté por tomar la mejor decisión. Decidí aventurarme a tener un bebé. Amor había, estabilidad también, el miedo iba desapareciendo, así que ya no había nada que pudiera detenerme. Luego de pensarlo por varios días, me encontré ya viviendo una nueva etapa en mi vida. En mi caso, fue mejor de lo que pude imaginar, pues no tuve ningún malestar. Al paso de los meses ya me encontraba con mi bebé en brazos. Justo cuando lo conocí y vi su rostro, supe que había tomado la mejor decisión.

Nuevos aprendizajes

A pesar de que los primeros días fueron complicados, no me arrepiento de haber dado a luz a mi bebé. Verlo sonreír, escuchar sus balbuceos o primeras palabras hacen que cada día lo ame más. ¿Qué esperabas leer? ¿Esperabas que dijera que tener un hijo es lo peor que me pudo pasar y me arrepiento? ¡No, la verdad es todo lo contrario! Sin embargo, también sé respetar las decisiones de cada mujer. Yo soy de la idea de que ser mujer no significa ser madre. Muchas se sienten realizadas al tener una o más carreras profesionales; otras, viajando por el mundo. Hay quienes disfrutan de su soltería y eso está bien y es válido. Si te animas a aventurarte en el mundo de la maternidad, puedo decirte que es fantástico despertar todos los días con la sonrisa más sincera del mundo. Escuchar su voz diciendo que te ama, te deja una gran satisfacción.