¿Siempre tienes hambre?, tal vez estas son las razones

Desayunas bien por las mañanas e inclusive acostumbras llevar un refrigerio para la tarde. Aun así parece que el hambre te ataca en cualquier momento. No importa cuánto varías tu dieta o la calidad de los alimentos, simplemente no te sientes satisfecha. Estas pueden ser las causas.

Descanso insuficiente

Dormir al menos ocho horas diarias le permite a nuestro cuerpo funcionar correctamente. Sin embargo, si no descansas lo suficiente tus sistemas comienzan a fallar. Por ejemplo: la hormona grelina se produce en menor cantidad y eso es serio porque es la que se encarga de regular el apetito. En consecuencia sientes apetito a lo largo del día. Esta situación empeora cuando te desvelas regularmente.

 El estrés te causa hambre

 El estrés se relaciona con problemas hormonales e inclusive alimenticios. Cuando estás estresada tu hipotálamo se altera, por tanto, no regula correctamente la hormona encargada de la saciedad: leptina. Consecuentemente te sientes insatisfecha a lo largo del día.

 No tienes una dieta balanceada

Es importante que todas las personas tengan hábitos saludables de alimentación. De lo contrario podrían desarrollar afecciones que van desde la falta de saciedad hasta trastornos alimenticios como la anorexia o la bulimia. No elimines las grasas ni los carbohidratos de tu dieta, mejor balancéalos.

 Deberías hidratarte más

 La deshidratación no le permite al cerebro trabajar correctamente, en consecuencia, confunde algunos estímulos. Entre ellos se encuentran los relacionados con la saciedad y la necesidad de hidratación. Por tanto, en ocasione puedes sentir hambre cuando en realidad necesitas tomar agua.

Ocio y poca actividad física

Si pasas largas jornadas ya sea en la escuela o el trabajo en las que realizas poca actividad física, seguramente tiendes a comer ya sean dulces, nueces o cualquier cosa que se te atraviese. Esto sucede porque necesitas más energía para sobrellevar tu carga de trabajo. Además, durante esos periodos interminables comer se vuelve una distracción, por lo que terminas consumiendo más que si realizarás alguna actividad física.