Probé el implante subdérmico y esto sucedió…

Después de tener a mi bebé, en el hospital me dijeron que era necesario que me colocara el DIU para evitar alguna sorpresa. Acepté que me lo colocaran; sin embargo, al paso de tres meses aproximadamente se me movió. Fue entonces cuando acudí con mi ginecobstetra y me recomendó el implante subdérmico. Me dijo que, en mi caso, como tenía una pareja estable, era la mejor opción para evitar un embarazo sin necesidad de usar el condón.

Implante subdérmico, ¿qué es?

La doctora me explicó que el implante subdérmico es una varilla flexible que contiene una hormona derivada de la progesterona. Esta evita la ovulación, pues hace que el moco del cuello útero se vuelva espeso. La viscosidad del entorno impide que los espermatozoides lleguen al útero. La gran ventaja de este anticonceptivo es que se coloca en el brazo y dura aproximadamente tres años. Únicamente sientes una ligera molestia al colocarlo, pero después te olvidas de él.

Acepté ponerme el implante

Como vi que era una opción adecuada a mi estilo de vida, decidí que lo probaría. Acudí a mi cita y la ginecóloga me anestesió el brazo para insertar la varilla. Se ayuda de una aguja especial que, cabe señalar, es mucho más grande que la aguja de una inyección. Una vez que introdujo la varilla en mi brazo, me dijo que en una semana, aproximadamente, cerraría la pequeña abertura por la que introdujo el implante. Fue cuestión de unos días para que pudiera mover mi brazo y realizar mis actividades con normalidad.

Al principio

Los primeros días me sentí maravillada con el implante subdérmico, pues mi regla desapareció por completo. Durante casi un año me olvidé de comprar toallas sanitarias y dejé de pensar en ese gasto innecesario. Yo me sentía feliz porque ya no tenía que preocuparme por el día en que llegaría nuevamente mi periodo. Todo, aparentemente, iba de maravilla.

Sin embargo…

Con el paso de los meses, empecé a sentirme en una montaña rusa de emociones. Así como podía comenzar el día con toda la actitud, podía terminar con el peor estado de ánimo del mundo. Durante el día experimentaba más cambios en mi estado de ánimo de los que podía imaginar. Ya ni siquiera me sentía contenta conmigo misma. Por ratos, sentía que estaba empeorando y lo peor es que jamás lo relacioné con el implante. Hasta casi un año después, hablando con mi doctora, me explicó que el implante no me había caído bien.

Al no menstruar mes con mes, la sangre se “acumulaba” en mi cuerpo, por así decirlo. Mi cuerpo había dejado de trabajar del modo que la naturaleza tenía planeado y por eso estaba sufriendo esos cambios tan repentinos de humor. A pesar de que me sentía feliz sin el periodo, tuvo que retirar el implante después de un año por mi propio bienestar. Después de eso mi estado de ánimo volvió a la normalidad. Si me preguntas si recomiendo este método, diría que no. Pienso que no hay nada mejor que el condón, pues es el único método con el que no le introduces hormonas a tu cuerpo que podrían alterar sus funciones.