Dicen que dormir en el piso ayuda a tu columna; lo probé y tengo que contártelo todo

Ok, soy una persona con algunos problemas de postura, hago mucho ejercicio y muchas veces despierto con mi espalda hecha un nudo, literalmente. Claro, además se me olvidaba decirte que sufro escoliosis. Es decir, tengo varias vértebras chuecas. No obstante, el ejercicio me ha ayudado increíblemente a no sentir más dolor; sobre el yoga, pilates y la natación. Sin embargo, leí recientemente que dormir en el piso realmente alivia la tensión en la espalda por lo que decidí probarlo.

Realicé este reto cinco días. Luego de algunas semanas de estrés creí que con esto podría alivianar un poco el malestar en mi columna. Así que te voy a contar mi experiencia de dormir en el piso.

Antes de lanzarme al ruedo

Obviamente antes de intentar este reto hice algunas investigaciones acerca del tema. Muchas páginas aseguraban que dormir en el piso es de las mejores cosas que podemos hacer para mejorar la circulación, quitar el dolor de la espalda, etc. Después de leer bastante sobre el tema, le pregunté a un amigo cercano. Él es médico especializado en fisioterapia. Me sugirió no seguir adelante pues sabe, contrario a lo que estas páginas decían, que dormir en una superficie muy dura puede ser malo para la circulación. De hecho, podría afectar los ciclos del sueño, ya que no estamos acostumbrados a hacerlo y seguramente terminaría con un dolor palpitante en la espalda. Por supuesto seguí adelante, pues quería comprobar por mí misma qué pasaría durmiendo cinco días en el piso.

Primer día

Comencé mi nueva practica en la comodidad de mi cuarto sobre mi mat de yoga usando una cobija super gruesa (porque soy friolenta), dos almohadas y una taza de té. Así que me acomodé para dormir. Como hago todas las noches, medité unos 20 minutos antes junto con un par de veladoras de aromaterapia. Siguiente paso, “me acomodé” tanto como pude y me dispuse a dormir. Resultado: la verdad es que sufrí bastante por el frío. Finalmente, no es lo mismo estar en una cama donde el calor se conserva, a dormir en el piso donde no puedes moverte demasiado. Por otra parte, mi dolor de espalda estaba, sin exagerar, en un 9 en un escala del 1 al 10. Mientras que cuando me fui a dormir estaba en un 5.  En fin, tuve un día bastante difícil, pues no dormir realmente me pone de mal humor.

Segundo día

En realidad no estaba muy a gusto con la idea de seguir el reto, pero ya me había puesto una meta y yo no me dejo vencer ni por el piso. A mi lista de necesidades para dormir agregué otra cobija para no sentir frío. Solo que esta vez la coloque encima de mi mat de yoga y la otra la usé para cubrirme.

Platicando con mi maestro de yoga acerca de mi reto ese día por la mañana, me hizo una sugerencia para dormir mejor. Me dijo que en el feng shui no se recomienda dormir con la cabeza hacia el norte, ya que a esta posición se le llama la posición del muerto. Me recomendó colocar mi mat de yoga hacia el este, hacia donde sale el sol. Así que ese día con ayuda de una brújula (no te rías fue literal); coloque mi extraordinaria cama hacia esa dirección. El resultado fue que dormí un poco más, aunque el frío seguía siendo un inconveniente y el dolor de espalda no cesó.

Tercer día

Estaba exhausta esa noche después de entrenar en el gym y darme un baño caliente. Así que creí que fuese como fuere iba a caer totalmente rendida. Fool me porque no fue así. A pesar de que hice un poco de yoga y estiramientos para mi espalda, el dolor seguía presente. Intenté dormir boca arriba y funcionó un tiempo, hasta que comencé a sentir que mi circulación se volvía lenta. Me hormigueaban las piernas y no encontraba cómo acomodarme. Intenté meditar unos minutos para ver si me quedaba dormida, prendí música relajante y solo así dormí el resto de la noche. JA JA JA, solo por tres horas pues desperté a las tres de la madrugada.

Cuarto día

El penúltimo día fue un jueves. Y decidí que esa noche iba a lograr dormir super bien sin importar que fuese en el piso. Así que añadí a la cobija debajo de mí otras tres, pues no hacían gran diferencia en cuando a textura. Supuse que así por lo menos no me daría frío. Antes de ir a la cama tomé dos píldoras de valeriana, una planta que me ayuda a dormir. Medité, bebí una deliciosa taza de té e, incluso, me di un masaje de pies con algo de aceite para relajarme y me acosté.

A la mañana siguiente renací como nunca en la semana. Desperté sin dolor de espalda, descansada y lista para hacer todas mis actividades del día. Quizás, como en todo, se necesita un tiempo de adaptación. Finalmente, siendo realistas hay muchas personas que no duermen en un colchón así que la adaptación sí es posible.

Quinto día, ¡por fin!

Llego el último día, un viernes, por lo que después de mi jornada laboral salí a cenar con algunas amigas y vi una película. Me metí en la cama y me quedé dormida después de cinco minutos de meditación. Sin embargo, a las pocas horas el terror comenzó de nuevo. No pude acomodarme bien para dormir. Sentía cómo mi espalda me decía: “te lo dije, esto no era una buena idea”. Tuve lapsos de sueño intermitente, hasta que dieron las 6 de la mañana. Entonces, decidida a descansar, me metí en mi ahora tan preciada cama.

Conclusión

No dudo que a algunas personas esta onda de dormir en el piso les funcione. Creo que es adaptación y dormir bien o no depende de muchos factores. Intuyo que el último día de mi reto no fue el mejor, pues me desvelé un poco y vi la pantalla más tiempo del que acostumbro. En fin, no fue una mala experiencia pero si puedo sugerir que si tienes dolor de espalda, no lo intentes.