A lo largo de la vida y con base en nuestra historia y experiencias formamos nuestra personalidad y convicciones. En este sentido con esas convicciones, gustos, metas y anhelos dirigimos nuestra vida. Así mismo, cada día, buscamos crecer tanto emocional como intelectualmente para poder desarrollarnos a plenitud en cualquier ámbito. Sin embargo, no todo en la vida es color rosa y existen ciertos escenarios en los que tenemos que ceder o cambiar nuestra forma de actuar o pensar. Esto es muy peligroso. ¡Nadie debería cambiar quién es para encajar u obtener el amor de alguien! ¿Tú eres una mujer que se traiciona a sí misma?
Haces cosas que no quieres
Por más que nos adviertan y digan que no debemos hacer algo en contra de nuestra voluntad, siempre hacemos caso omiso. En este sentido debemos entender que nada ni nadie puede obligarnos a hacer nada. No importa que implique estar donde no quieres, hablar o profesar algo que no va contigo ni con tu forma de pensar.
Perdonas lo imperdonable
Sé que es muy importante aprender tanto a perdonar como a soltar lo que nos hace daño. Sin embargo, esto no implica permitir a quienes nos dañaron hacerlo de nuevo. En este sentido perdonamos cuando lo que nos han hecho ya no nos causa más daño. Entonces podemos ver a la otra persona sin miedo, enojo o sentimientos encontrados, sólo esperamos que le vaya tan bien como a nosotros. No obstante, ponemos límites sanos entre ella y nosotros, de tal modo que no le permitiremos herirnos de nuevo.
No luchas por lo que quieres
Todas tenemos un sueño o sueños que nos hacen levantarnos cada día, siempre que nos sentimos desmotivadas nos ayudan a continuar. Por tanto es nuestra responsabilidad y derecho hacer lo necesario para que eso funcione. En este sentido olvidar aquello que nos mueve y nos hace quienes somos es la peor forma en la que podemos traicionarnos.
Cambias tus opiniones por lo que piensan los demás
Hay otro hábito muy peligroso mediante el cual una mujer se traiciona constantemente. Se trata de cambiar de opinión con base en la opinión de los demás. Mientras aquello que piensas tenga base en tu experiencia de vida, conocimientos y no le haga daño a los demás, está bien. No tienes por qué dejar de ser quien eres, mucho menos para caerle bien a los que te rodean.