Tranquila, el miedo te acompañará toda la vida, pero no tiene por qué interferir con tu maternidad

Tal vez hasta hace unos años eras una chica atrevida, que podía hacer cosas extremas como aventarte en paracaídas, saltar del bungee o andar por la calle sin temor alguno. De hecho, tal vez también salías de fiesta con tus amigos y ya no le avisabas a tus padres que ya no llegarías o que lo harías muy tarde. Sin embargo todo eso cambió a partir de que te convertiste en mamá y aunque eras una chica super valiente, parece que ha dejado de ser así. ¿Por qué pasó eso? ¡Bienvenida al mundo de la maternidad en el que el miedo te acompañará toda la vida!

Antes de mis hijos no sabía lo que era el miedo

Como dije, recuerdo que antes de tener hijos, podía hacer y deshacer sin temor alguno. Tal vez tontamente actuaba sin pensar en cómo se sentirían mis padres al respecto. Pero ahora que me he convertido en mamá, veo las cosas de otra manera y aunque no lo desee, el miedo es mi fiel compañero. Así que sí, ahora puedes estar segura de que no eres la única que se siente así. Es un gran precio que tenemos que pagar por la maternidad. 

Compañero de toda la vida

Antes de ver a mis hijos en mis brazos, no tenía idea de qué tan grande podía ser el miedo. Sin embargo, una vez que tuve a mis pequeños, comprobé que el miedo es enorme. Miedo por que les pase algo en la escuela, porque yo como mamá no esté haciendo mi mejor trabajo. Miedo por ser demasiado estricta en algunos momentos o por ser demasiado blanda en otros. También es miedo por permitirles demasiado o por ocasionar en ellos algunas manías que tal vez no son tan sanas como quisiera pensarlo. En ocasiones tengo temor de haberlos regañado de manera incorrecta o de no estar haciendo bien mi labor. Y poco a poco el miedo se va incrementando. Miedo a que no tomen las mejores decisiones para su vida, a que dejen de contarme qué les pasa o que encuentren a alguien que en lugar de apoyarles los hunda. 

Así es, una vez que te conviertes en madre, el miedo es tu fiel compañero y está bien sentirlo. Lo que no está bien es quedarnos paralizadas en esa situación y dejar de disfrutar a vivir porque el miedo es más grande. A pesar de los temores siempre hay que continuar y darles lo mejor de nosotros a nuestros hijos. Bien dicen que el amor siempre será más grande que el miedo y si de verdad queremos ver bien a nuestros hijos, debemos enseñarles que el miedo no tiene que ser la causa por la que decidamos no salir adelante.