Todas somos inteligentes, pero cuando llega un hombre…

Ser mujer es algo bastante complicado, pero pienso que es maravilloso. Nosotras traemos mayor peso en la vida, o mejor dicho ante la sociedad. Nos ven como indefensas, inútiles o quienes deben hacerse cargo de la casa, de los hijos, del marido… ¡de todo! Suena complicado, ¿no? Lo más curioso es la manera en que nos desenvolvemos. Como amigas podemos ser las mejores, pero cuando alguien se entromete en nuestro camino somos las peores. Imagínate cómo se pone todo a nuestro alrededor cuando llega un hombre.

Estilo propio

Es un hecho que cada una de nosotras tenemos una personalidad única. Dejando eso de lado, me queda claro que todas somos inteligentes. Sin embargo, cuando un hombre llega a nuestras vidas cambiamos de manera abrupta. No estoy segura en decir si eso es bueno o malo, pero es algo real. Tengo los ejemplos más cercanos por lo que yo he vivido en carne propia y con amigas muy cercanas.

Su llegada ataranta

No me dejarás mentir si te digo que cuando un chico que nos interesa se cruza en nuestras vidas, se hace una gran revolución. Las emociones que sentimos son tantas, que se desbordan y aunque no queramos que se noten, no podemos evitarlo. En mi caso, ocurrió lo peor, pues perdí mi identidad por enfocarme en vivir para él. Sé que estuvo mal, pues me acostumbré de tal manera que cuando se fue, no sabía qué hacer con mi vida. Su llegada me atarantó tanto, que perdí el balance por pensar todo el tiempo en él.

Dejar de lado tus ideales

Una amiga conoció a un chico con el que la pasaba muy bien. Compartían sus sueños y luego de unos meses de salir en plan de amigos decidieron formalizar las cosas. Me daba gusto ver a mi amiga tan contenta y parecía que las cosas iban muy bien entre ellos. Lo malo empezó cuando noté que mi amiga empezó a dejar de lado sus planes por acompañar a su chico en los de él. Ella deseaba seguir estudiando y preparándose para obtener una maestría y un doctorado. También quería viajar antes de sentar cabeza y formar una familia. Sin embargo, a él le ofrecieron un mejor trabajo en otra ciudad. Él le dijo a ella que se fueran juntos, que comenzarían una vida allá y que no tendría de qué preocuparse económicamente. Yo creí que ella no aceptaría para llevar a cabo sus sueños de la forma en que los había planeado, pero fue diferente.

Actuamos sin cordura

Estar enamorada es una de las mejores vivencias que he experimentado. La cuestión es que he comprobado que puedo actuar sin tener conciencia de mis pensamientos. Por fortuna gracias a todas las experiencias que he tenido o las cosas que han vivido mujeres cercanas a mí, puedo tener una referencia más amplia de lo que puedo hacer o no. Eso no quiere decir que deje de irme hasta el cielo cuando llega a mi vida un chico que vale la pena. Lo importante es que he aprendido a notar las señales de lo que no puedo tolerar por mi propio bien. Al menos en ese aspecto creo que ya puedo tener un poco más de cordura en mi mente.

¿Te ha pasado algo similar?