Story time: mi marido no quería cambiar pañales “porque eso lo hacen las chicas”

Sé perfecto lo que estás pensando: “Es hombre, ¿qué esperabas?”. Y claro que yo esperaba mucho más de mi marido pues él está convencido de la igualdad de género. No es su culpa en realidad, la educación de los varones en los últimos años dista mucho de tener igualdad de género. Afortunadamente, le dimos vuelta a este bache en nuestra relación y con él a unos cuantos más.

Las tareas de la mujer en la casa

Cuando nuestro bebé llegó a casa y comenzaron los cambios de pañales, mi marido asumió que era mi tarea estar pendiente de ello. ¿Y cómo culparlo, si en su casa solo las mujeres se encargaban de esas cosas? Sin embargo, yo que crecí con un padre feminista, no me iba a dejar. El bebé es de ambos y las tareas se iban a repartir por igual. Cuando le dije a mi marido que era su turno para cambiar al bebé, su reacción más que otra cosa fue de miedo. Me dijo: “Es que no se cómo hacerlo”.

Pues yo te enseño

Así que le enseñé un par de veces el proceso de limpiar al bebé y cambiar el pañal. Supuse que con eso quedaría asentado que íbamos a repartirnos los cambios de pañales, pero no fue así. Durante las siguientes semanas tuvimos muchas peleas respecto al rol que cada uno tenía que desempeñar en casa. Tuve que pelear contra la educación de mi marido. Contra esa tonta idea de que yo era la única responsable del cuidado del bebé. Francamente, no sabía si lo estaba haciendo a propósito, pero cada vez que el bebé lloraba, mi marido no se movía. Tuvimos una conversación muy fuerte y le dije que era hora de cambiar, porque se casó con una mujer y no con una ama de casa, nana o sirvienta.

¿Cómo redefinimos los roles?

Mi marido asumió su responsabilidad y me dijo que tendría que llevarlo de la mano. Fue como educar a un niño pequeño, cuando vio que yo había fijado ese límite. Algo se le prendió adentro y comenzó a ponerse las pilas. Como pareja ha sido una de las pruebas más difíciles que hemos pasado. No hablo de cambiar pañales, si no más bien de fijar los roles en casa. Lidiar con la familia, especialmente con mi suegra, que cada vez que ve a su hijo cambiando pañales tiene una cierta indignación en los ojos. Entiendo su descontento, a ella la educaron para ser mamá, pero a mí, afortunadamente, me educaron para ser una mujer plena con una pareja que ayude y sea solo una parte de mi vida.

¿Voy a ser un pésimo papá?

La parte más difícil de este aprendizaje fue para mi marido, quien muchas veces me sorprendió al preguntarme qué pasaría si resultara ser un pésimo papá. Mi marido solía contarme que su padre nunca le mostró afecto ni cariño. Sí fue una autoridad dentro de casa, pero nunca un papá al que pudiese contarle sus problemas. Como en muchas familias, los sentimientos de los varones estaba fuera de la mesa. Le insistí mucho en que acudiera a terapia y con el paso del tiempo ha cambiado para bien en todos los aspectos.

Si estás pasando por algo similar…

Apoya a tu pareja, la educación de las generaciones pasadas deja a muchos hombres con confusión. No es que no quieran ayudar, es que más bien no saben cómo actuar porque no tienen un ejemplo. Es un viaje que se construye individualmente, pero también en pareja. Busquemos que nuestros hijos tengan padres que sepan comunicar sus sentimientos y emociones. Ya estuvo bueno de los padres con castración emocional. Dejemos de decirle a los niños que está mal que lloren, dejemos de enseñarles a las niñas que tienen en don innato para ser madres. El viaje de la igualdad en pareja no siempre es el más sencillo, pero trae consigo familias más fuertes emocionalmente, más felices y niños con una inteligencia emocional firme.