Sigues echando de menos a esa persona que ya ni piensa en ti…

Es normal que de vez en cuando te de nostalgia saber como le va a alguien. Recordar buenos tiempos y sentir como la vida a pasado. Lo que ya no es nada bueno es quedarte ahí, pasmada dejando que esos recuerdos dominen tus acciones. Te lo dice alguien que pasó 3 años echando de menos a un patán, pensando en el hubiera. Todos los días me levantaba sin entender por qué mi pareja se había ido… porque me había abandonado.

Los 3 años más amargos  de mi vida

En realidad fueron los más amargos, no recuerdo haber sido tan infeliz en mi vida como en esos años. Me levantaba con una amargura y resentimiento brutal. Todos los días al verme al espejo me veía todas las imperfecciones, me culpaba porque el me abandono sin reparo. Claro que el tenía esposa y 3 lindos niños pequeños. El día que se fue me dijo que su esposa estaba embarazada de nuevo y que no iba a dejarla así. Yo pensé que ellos ni siquiera tenían relaciones. Me dijo que yo era todo un desastre, que mi codependencia era peor que la de un perro. Y aún con todos esos insultos, yo lo quería en mi vida.

Mis amigas se hartaron

Literalmente dejaron de frecuentarme. Me volví una mujer sumamente gris. Lo único que hacia llegando a casa los jueves por la noche era hundirme en una botella de vino tinto. El viernes no iba a la oficina, así que pasaba todo el día con una terrible resaca. Comiendo todo lo que podía. En esos 3 años subí de peso y mi aspecto… pues era deplorable. Tuve que comprarme ropa nueva porque ya no entraba en mis pantalones. Fue un proceso muy doloroso y lo peor es que cada que alguien intentaba darme la mano yo les hacia groserías. Estaba convencida de que mi vida no valía nada sin el.

Lo seguí varias veces a casa

Incluso lo aborde varias veces en el bar al que iba con sus amigos de la oficina. El se burlaba de mi, decía que me había vuelto completamente loca. Le rogué muchas veces que me siguiera a casa, solo para dormir con el una noche más. Pero ya no aceptaba, me hacia a un lado. Hasta que un día me amenazo con ponerme una orden se restricción. Hablo conmigo y me dijo que tenía que buscar terapia, que el no tenía la culpa de mi depresión. Entonces pensé que iría a terapia y quizás en unos meses al verme más cuerda regresaría a mi.

Fui a terapia 2 años

Fue un trayecto muy amargo, me negaba a entender que ese hombre no era para mi. Me negaba a ver mi verdadero problema. Pues hacerme cargo de mi misma era a mis ojos no era el problema. Mi verdadero problema era que ese hombre no quería estar conmigo. Y vaya, ni siquiera yo quería estar conmigo misma.La terapeuta me insistió en que buscará nuevos entretenimientos. Fue así como llegue a mis clases de tai chi. Escuche que a una amiga de mi mamá le había servido para calmar sus nervios. Comencé a ir  a un grupo solo para mujeres. Fue algo que me cambio la vida.

no gracias, odio meditar y su onda hippie

Después de clase la maestra nos invitaba a meditar y yo pensaba que eso era una burrada. Cosas hippies para chicas que no tienen que trabajar. Hasta que un día desde el vestidor escuche la platica previa de la meditación. Hablaban sobre dejar ir el recuerdo de las personas que nos habían hecho daño. Después de escuchar la platica, me acerque al salón. Decidí intentar su onda hippie, me sentí tan identificada con el tema que llore toda la meditación. Al abrir los ojos veía que no erá la única. Eso me reconfortó muchisimo. Mi maestra de yoga tuvo una larga platica conmigo y me dio unos pequeños consejos para avanzar. Le estoy super agradecida, los consejos parecían tan practicos mejor que ir a terapia.

Estos fueron los consejos

  • Me dijo que la primera regla para avanzar era sencilla. Contacto cero con el sujeto, sacarlo completamente de mis redes sociales, borrar su número y también dejar atrás esos lugares donde sabía que me lo iba a encontrar.
  • La segunda regla era que los primero 10 segundos por la mañana no iba a dirigir mi atención hacia lo que yo decía que era mi problema. Podía agradecer haber despertado o podía pensar en cosas tontas como el sol, las flores, cualquier cosa que no fuera el. Para que mi cerebro no se programara con pensarlo el resto del día.
  • La tercera regla era tener mini proyectos. Mi proyecto fue pintar unas macetas y ponerles unos cactus. Suena la cosa más tonta lo se. Pero cambio en mi semana, la racha de llegar a tomarme una botella entera de vino. Después de las macetas, me propuse cosas más grandes como bajar todo lo que había subido. Poco a poco lo logre. Hasta que un día me dieron muchas ganas de hacerme un cambio de look. Me pinte el cabello y las cosas así fueron tomando rumbo poco a poquito.
  • Cuarta regla, cuando me acordaba de el solo tenía que repetir 6 veces “el nombre del fulano, Lo siento,Te amo, Me perdono, Gracias”. Al principio no lo sentía tan sanador como todas decían. Fue conforme paso el tiempo que me di la oportunidad de sentir realmente que me perdonaba por el daño que me estaba causando.

3 largos años, los peores, amargos y aún así los más instructivos de mi vida. Aprendí que solo yo tengo el poder de decidir que me frena y que me mueve. Y seguir echando de menos a esa persona que nunca me dio un lugar, pues ya nunca será la opción.