Convertirte en madre es sin duda una cuestión bastante complicada. No sólo porque habrá cambios permanentes en tu cuerpo. Tu vida también da un giro de 180°. Tranquila, créeme, habrá momentos en los que quieras tirar la toalla y eso es algo por lo que todas las que somos madres, hemos pasado. Así que mejor aprende a sobrellevar las situaciones y disfruta de ti como mamá y de tus hijos. Porque…
Pocas personas respetarán las decisiones que tomes para con tus hijos.
Muchos pensarán que saben criar a tus hijos, mucho mejor de lo que tú lo haces.
Y si no los dejas que se metan, ten por seguro que te criticarán hasta por lo que no les dejas hacer.
Incluso se atreverán a decir que no eres una buena madre.
No importa si tienes a tu hijo por cesárea o parto natural, igual hablarán de ti.
Y lo mismo pasará cuando comiences a darle de comer. Que si le das pecho, que si le das fórmula, que si no tienes suficiente leche, etc.
Luego de convertirte en madre, comprenderás que hay temas inofensivos que terminen desatando una guerra campal.
Despreocúpate, porque en muchas ocasiones terminarás cambiando de parecer y se vale. Eso no te hace mala madre.
Ojo, si esperas volver a ser la de antes, despídete de esa versión de ti porque no volverá. Ahora eres una nueva versión de ti y tienes que explotar todo tu potencial.
Siempre habrá más gente criticándote en lugar de apoyarte.
Las amigas que estén contigo durante esta etapa y no se alejen, son las que valen la pena.
No veas a la maternidad como una competencia, ninguna mamá es perfecta y lo mejor que puedes hacer es apoyarte de otras para compartir conocimientos y experiencias.