El amor de pareja puede ser lo mejor o lo peor que puedes experimentar. En ocasiones, por más que te esfuerces, las cosas parecen no funcionar entre tu amado y tú. Esto es algo normal en todas las parejas e inclusive puede resolverse. Sin embargo, la infidelidad parece no tener arreglo o al menos eso es lo que sientes cuando la descubres. Estas son algunos estados de ánimo que experimentas cuando descubres que él te es infiel…
Negar la evidencia
La primera reacción que tienes cuando descubres que no eres la única es negarlo. Y cómo no hacerlo cuando la persona a la que amas resulta ser otra. Además, antes de confirmarlo toda mujer siempre tiene sospechas y observa algunas señales, sólo que decide ignorarlas. Acéptalo, la evidencia no miente. Lo mejor siempre será aceptar la realidad, de esa forma no seguirá jugando con tus sentimientos.
Tras la evidencia viene la ira incontrolable
Tras aceptar que tu amor ha estado mintiéndote, algo dentro de ti crece como la espuma. Es la ira incontenible que te invade. ¿Cómo pudo atreverse a hacerte algo así? De repente, esa persona ya no nos parece especial ni atractiva; es más, comenzamos a pensar que no vale la pena y que perdimos el tiempo al estar con ella. Algunas incluso pensamos en vengarnos.
Comienza el drama
Después de experimentar una ira incontrolable y de imaginar muchos escenarios en los que eres tú la que le rompe el corazón comienzas a recordar lo bella que era su relación. Inevitablemente te preguntas en qué momento se terminó todo lo que habían construido juntos. Además, te preguntas si acaso fue tu culpa, si dejaste de hacer algo o si simplemente esa persona dejó de quererte mágicamente.
Te comparas con ella…
Uno de los momentos más doloroso es cuando comienzas a pensar en aquella persona que ahora ocupa tu lugar. Quieres saber quién es, cómo la conoció, qué tiene ella que no tenga tú. Todas estas acciones son innecesarias, Bajo ninguna circunstancia tienes que compararte con otra persona. Tampoco pierdas objetividad, la persona que te falló y engañó fue tu novio. Ella no tiene la responsabilidad, por tanto, no puedes echarle la culpa u odiarla; incluso puede ser que ella no sepa de tu existencia.