Problemas que tienes que enfrentar cuando te vas a vivir sola

Tomar la decisión de irte a vivir lejos de mamá y papá, es complicado. Una vez que tomas la decisión no hay vuelta atrás, aunque eso signifique tener que enfrentar nuevos retos. Cuando te vas a vivir sola, te sientes poderosa y crees que todo lo puedes. Sí, la experiencia está muy padre, pero a veces nos olvidamos de tener presentes todos los obstáculos que hay que cruzar para sobresalir. Recuerdo perfecto que cuando tomé la decisión de irme a vivir sola no sabía al 100 por ciento lo que me esperaba. Por fortuna, en ese entonces ya trabajaba y eso hizo que la experiencia fuera un poco más “sencilla”. Incluso así, había muchas situaciones que se me había pasado considerar y que sí me hicieron llorar algunas veces.

¿Y los muebles?

Lo primero que olvidé considerar a la hora de mudarme de un lugar a otro, ¡fueron los muebles! Al menos tenía cama, pero ninguna mesa ni sillas. Tampoco contaba con una sala o un refrigerador. De primera instancia pensé que estaba frita. Por fortuna, hubo gente a la que pude recurrir y pedirle crédito de sus tarjetas para solventar el gasto. Ya me las arreglaría para poder pagarles, pero al menos tendría lo indispensable para estar en un lugar habitable. Los otros muebles ya llegarían después, cuando tuviera más estabilidad. Las primeras veces que invité a mis amigos recuerdo que todos nos sentamos en el piso porque no había nada. Fue muy divertido y es una de las experiencias que más recuerdo con cariño. Eso te hace valorar todo lo que tienes.

S.O.S: ¿cómo hago esto?

Por fortuna, mientras vivía con mi mamá, ella me enseñó a preparar algunas cosas. En ese momento, mientras aprendía, recuerdo que a veces me molestaba. Sin embargo, cuando me fui, agradecí por completo que me enseñara. De hecho, en mi incongruencia, hubiera deseado aprender a hacer más cosas. Cuando te vas a vivir sola, debes medir tu presupuesto para que te alcance para todo. No puedes darte los mismos lujos que antes, o al menos no por un tiempo. Bueno, si ganas mucho dinero, seguro podrás, pero al menos en mi caso no pudo ser así. A veces recurría a mi mamá para que me orientara al hacer algún platillo. Hay recetas en internet, sí, pero en ciertas ocasiones no son como a ti te gusta. De hecho, cuando aún vivía mi abuelita, también la llamaba a ella para que me orientara.

Despensa = bye quincena

Debo reconocer que al vivir en casa de mis padres me daba cuenta de los gastos. Aunque no era tan consciente de todo lo que tenía que invertirse. Al irme a vivir sola, me di cuenta de que ya no había nadie más que pagara esos gastos. Tenía que cubrirlos yo: el teléfono, la luz, el gas, hasta los imprevistos. Todo corría por mi cuenta. Recuerdo que los primeros meses fueron complicados, porque toda mi quincena se iba en eso. Poco a poco fui aprendiendo a acomodar mi dinero de modo que me rindiera para todo lo que necesitaba en casa.

Ropa limpia

Este aspecto no fue nada complicado para mí, pues desde que vivía en casa de mis padres cada quien se hacía responsable de su ropa. Recalco el punto porque tengo muchos amigos o conocidos que ni siquiera saben usar la lavadora. Están acostumbrados a que todo se los haga mamá y no saben cómo deben lavar la ropa. Mi mamá me enseñó a separar por colores, para evitar que ciertas prendas se manchen. También me explicó que algunas prendas se lavan en un “ciclo”, mientras otras deben tener otro modo de lavarse para que no se maltraten. Parece sencillo, pero si no lo sabes, podrías arruinar tu ropa favorita por no saber usar la lavadora.

¿Dónde queda algo para mis hobbies?

En los primeros meses de vivir sola no sabía administrar mi dinero ni mis gastos. Todo el dinero se iba de mis manos como agua. No quedaba siquiera un poco para algún capricho que tuviera. Ni siquiera un chocolate podía comprar. Sufrí mucho, sí, pero eso me ayudó a ser más organizada con mi dinero, el espacio y todo. Ahora que me he adaptado, cuando alguien me pregunta si regresaría a casa de mamá, siempre respondo NO. La amo, sí, pero disfruto mi independencia.