No te conviertas en mamá si no vas a amar tu nuevo cuerpo

Es un hecho que el cuerpo cambia cuando esperas un bebé. Te guste o no, son cosas que no puedes evitar. Desde el estiramiento que hará tu piel para recibir al bebé, la hinchazón en tus piernas y pies, las posibles hemorroides o el que tus pechos crezcan bastante y no soportes el dolor en la espalda. Son sólo algunas de las cosas que tendrás que soportar cuando estés embarazada y sin duda, luego del nacimiento de tu bebé, tendrás un nuevo cuerpo, pero… ¿estás dispuesta a aceptarlo y amarlo?

Es un gran cambio

Tener un bebé significa mucho más que sólo pujar y ya. Podrás ver historias perfectas en donde sin trabajo alguno sale el bebé y le es entregado a su madre para que sean felices. Por desgracia eso sólo pasa en las películas. La realidad es completamente diferente, pues si tu bebé no nace por parto natural tendrán que abrirte para poder sacarlo. Si tú no contemplabas eso, debes saber que sí puede suceder. Lo mismo pasa con la lactancia. Parece ser algo muy sencillo, pero no es así. El bebé muchas veces no se agarrará bien de tu pezón y eso podría lastimarte. A la larga tus pechos pueden tener costras y llagas que te harán llorar mientras tienes que seguir alimentando a tu pequeño. Si hay problema de mastitis la cosa se pone peor. Así que sí, puede que sucedan muchos cambios.

También puede pasar que tus pechos se cuelguen un poco o que uno quede más grande que el otro (que eso ya es así desde antes). Tu vientre podría mostrar algo de flacidez y claro, esas cirugías que tal vez no planeabas.

¿Estás dispuesta a ese nuevo cuerpo?

Sin duda tu cuerpo puede seguirse viendo “estético” con ayuda del ejercicio y las cirugías, pero aún así tendrás presente que tu cuerpo ha dejado de ser el mismo. ¿Estás dispuesta a eso? Estás completamente segura de aceptar este nuevo cuerpo que será parte de esta nueva etapa en tu vida. Si quieres tener un bebé, pero no quieres enfrentarte ni aceptar todos los cambios que conlleva, será mejor que lo pienses más.