Mi misión en la vida no es tener hijos, prefiero ayudar a otros

Desde que estaba pequeña, tenía muy clara mi misión en la vida. A diferencia de mis amigas que se la pasaban pensando en cuántos hijos tendrían o cómo les llamarían, yo pensaba en otra cosa. La naturaleza siempre ha sido muy importante para mí. En mí también se sentía una semillita de amor, pero no precisamente por los niños. Más bien era por los animalitos. Algo que empezó como un simple sueño, terminó siendo mi modo de vida.

Mis padres siempre me han apoyado, en todo

Quienes han estado apoyándome desde que era niña han sido mis padres. Ellos fueron quienes me inculcaron el amor por los animales. Las primeras veces que lo hice, recogía gatitos o perritos que veía abandonados en la calle. Algunos se quedaban en casa, pero para otros teníamos que buscarles un hogar en donde supiéramos que estarían bien. Cada semana, mis padres me daban una mesada y gran parte de ella se iba para alimento o doctor para esos animalitos. Cuando encontraba alguno que estuviera enfermito, no dudaba en tomarlo y llevarlo al veterinario. Mis padres se sentían orgullosos de mi labor y de la forma en que administraba mis ahorros para ayudar a los animalitos.

Tenía muy claro lo que quería

Desde que estaba en la primaria, siempre supe que quería estudiar para ser veterinaria. Tenía claro que quería dedicarme a rescatar animales y mi objetivo estaba en la mira. Me esforcé mucho durante años para obtener una beca y estudiar medicina. Una vez que la conseguí, me esforcé mucho en la escuela. Los fines de semana que tenía disponibles trabajaba de mesera para tener algo de dinero ahorrado. Cuando concluí la carrera, mis padres siguieron apoyándome para rescatar animales desamparados.

¡Pfff! La sociedad siempre señala

Ellos me apoyaban, pero toda la demás familia no estaba de acuerdo con mi vida ni mis decisiones. Ellos presionaban, pues decían que cómo era posible que una chica en pleno apogeo para ser madre, estuviera “desperdiciando” su vida rescatando animales en lugar de formar una familia. La verdad es que no me importaba lo que ellos dijeran. Sin embargo, al igual que ellos, fui criticada y señalada por mucha gente de la sociedad. Pocos realmente entendían mi labor y mi misión en la vida. Además, me sentía orgullosa en todo momento de que mis padres me hayan apoyado aunque tal vez deseaban que tuviera otra vida.

¡Lo logré!

Tal vez en algún momento me arrepienta de no haber tenido hijos, pero en este momento de la vida me siento plena de ayudar a quienes muchas veces son ignorados y maltratados. Ellos no tienen voz, pero tienen sentimientos y sin duda merecen una buena vida. Ver sus caras de agradecimiento es suficiente para que sepa que debo continuar en esto.