Mi matrimonio está al borde del colapso porque bajé de peso

Cuando me casé, hace ya 10 años, mi esposo era una persona sumamente delgada y con buenos hábitos alimenticios. Yo no lo era, y con los años mi problema de peso se agudizó. Comencé a aumentar de peso radicalmente, al grado de que yo pesaba 99 kilos con una estatura de 1.57 m. El día que me cansé jugando a los carritos con mis hijos, no pude más y decidí cambiar mis hábitos alimenticios y bajé de peso.

Durante dos largos años luché por bajar de peso 

No solo es empezar a comprar lechuga sino cambiar tu mentalidad al comer. Fue un camino lento pero increíble. El primer día que llevé a mis hijos a andar en bicicleta sin sentir que me iba hacia la luz, fui la mujer más feliz del mundo… Al menos por unos momentos, ya que desde que emprendí este viaje supe que estaba sola.

Mi triunfo es el pesar de mi marido 

 

Desde que llegué a mi peso ideal, mi marido ha estado insoportable. A partir de que nos casamos, él se descuidó mucho, y ahora no hace más que burlarse de mi dieta sana. Por si fuera poco, le molesta que le hable a los niños de las verduras y alimentos saludables. Como si fuera un crío, ahora el hombre que conocí comiendo ensaladas no se las come porque dice que son veneno puro. 

Mi matrimonio va en picada

No he podido hacer nada al respecto. Mi marido ni siquiera quiere acercarse a mí. Cada vez que he intentado sentarme en sus piernas o buscar algo de contacto humano balbucea cosas y me ve con cara de asco. Esta situación ha ido empeorando conforme pasan los meses. Siento que de seguir así, podría causarle a mis hijos un problema alimenticio o psicológico. He pedido ayuda a la psicóloga familiar, ya que en este preciso momento no tengo ni la más remota idea de cómo reaccionar ante esta situación. 

La autoestima de mi marido está por el piso 

Esa es mi única deducción acerca del problema en el que me encuentro hoy. Lo único que me dice su actitud es que está encerrado en una negatividad bastante tóxica. Los trastornos alimenticios no solo suceden cuando comes muy poco o tienes bulimia. La obesidad mórbida también es una enfermedad psicológica. Hoy entiendo que solo mi marido tiene el poder de salir de esa situación. Aunque a mí me encantaría ayudarlo a pasar este trago amargo en el que se encuentra, sé que en este momento no está dispuesto a aceptar que tiene un problema. 

¡Ya estoy cansada! 

Muy cansada de guardar mis vegetales en un área especial del refrigerador. Comer cuando mi familia no está presente y no poder inculcar a mis hijos conductas sanas. Estoy cansada de recibir el comentario: “¿Ya te vas al gym, saco de huesos?”. Entiendo que estoy recibiendo maltrato y debo poner un alto a esta situación. Aunque no quisiera que mi matrimonio acabe de esta forma, estoy completamente consciente de que ese ya no es el hombre con el que me casé.