La meditación es un camino para mantener sana tu mente. La gente que llega a niveles elevados de meditación logra sanar incluso enfermedades. Se practica desde la antigüedad en religiones y disciplinas pero ahora cualquier persona puede hacerlo y recibir sus beneficios. Así que veamos de qué se trata.
Tipos de meditación
Solemos pensar que meditar es solamente sentarse de piernas cruzadas y cerrar los ojos. Después pones la mente en blanco y ¡listo! ¿Suena fácil? A algunos hasta les parecerá absurdo e inútil, pero no lo es. En realidad hay varios tipos de meditación y todos tienen su dificultad y sus beneficios.
Meditación por concentración
Ésta es una técnica en la que debes concentrarte en un solo punto. Puedes enfocarte en tu respiración, por ejemplo, o en un mantra. Mantra es una palabra en sánscrito que puede ser un sonido como una sílaba, una palabra o varias de ellas. Al repetir un mantra logras crear un poder espiritual o psicológico. Aquí la concentración es lo más importante. Así que si te distraes con cualquier pensamiento, por pequeño que sea, debes volver a orientar tu concentración en donde estaba.
Meditación de atención plena
En ésta técnica, al contrario de la anterior, debes poner atención a tus pensamientos. Es decir, durante tu meditación surgirán pensamientos que deberás observar. Así, poco a poco encontrarás patrones que influyen en tu estado mental. Con este tipo de meditación puedes llegar a un equilibrio interior si eres constante. La estabilidad emocional es un beneficio que te aportaría meditar de esta manera.
Cómo empezar a meditar
Si nunca has meditado, puedes seguir una serie de pasos muy elementales. Así irás familiarizándote con la meditación e irás viendo tu progreso en esta práctica y podrás adentrarte si te ha funcionado.
- Puedes sentarte o acostarte, la cosa es que estés cómoda.
- Cierra los ojos.
- Respira naturalmente, sin intentar hacer un patrón ni nada controlado.
- Enfoca tu atención al movimiento de tu cuerpo al respirar, atenta a tu respiración. Mira cómo se mueven tus hombros, tu pecho, tus costillas.
- Si vienen pensamientos que te distraen, solo vuelve a poner atención a tu respiración.
- Hazlo durante tres minutos y poco a poco por periodos más largos.
¡Prueba la meditación! De pronto nos sentimos abatidas, intentemos relajarnos y sanarnos nosotras mismas. Este es un gran recurso para lograrlo.