Me hace feliz saber que no soy lo único que te hace feliz

Me declaro una completa admiradora del amor que tengo en pareja. Admito haber pasado por varias relaciones codependientes. En estas, si él no estaba conmigo o dejaba de contestarme el teléfono yo me volvía loca. Pero hoy soy muy feliz al saber que no soy lo único que te hace feliz, amor mío…

Soy feliz cuando no veo el teléfono en todo el día

Hoy soy feliz porque ya no vivo con la ansiedad de mandarle 50 mensajes de Whats que no serán contestados. Amo sobremanera no tener que preocuparme por revisar todas tus redes sociales para ver la última conexión activa. Sobre todo, amo ya no tener estas ganas obsesivas de tenerte en la mira 24 horas al día 7 días a la semana. Soy la más feliz de saber que estás conmigo aunque no estemos pegados todo el tiempo.

Estamos enamorados de nosotros, claro, pero también de nuestra libertad

Este gran amor que está en construcción es maravilloso. Él y yo venimos de relaciones codependientes y decidimos convertir nuestro veneno en ganas para aprender y avanzar. Dejamos el control hacia el otro y hacemos algunas cosas que las demás parejas hacen de forma diferente. Por ejemplo: yo sé dónde está durante el día y él sabe donde estoy. Algunos días platicamos bastante por redes sociales; otros, si estamos ocupados o queremos un break, somos honestos y nos damos espacio.

Nuestros círculos son diferentes

Algo que amo de mi pareja es que tenga una vida social completamente diferente a la mía. A él le gustan las reuniones pequeñas con sus amigos en las que pasan el tiempo escuchando música de Queen, Blink 182 y grupos un poco más alternativos. En cambio, mis amigos son más de bailar al ritmo del “reggeatón” o de tener algunos brunchs improvisados para platicar de negocios, estética, filosofía y de más cosas de la vida. Nuestros mundos son diferentes pero nuestras pasiones son muy similares.

Cada quien es feliz a su modo

Otra cosa que amo de mi actual relación es que somos uno en algunos aspectos, como en creatividad, metas, sueños y otros por el estilo. Sin embargo, en realidad él es muy gruñón, a veces algo antipático y seco. Mientras yo soy la que le salta encima cada vez que lo veo, me le encimo y le doy cuantos besos me da la gana aunque se resista. Vivimos en armonía a pesar de que somos diferentes en algunos aspectos. Todos los días tenemos tiempo para hacer actividades que nos hacen sentir felices por separado y eso nos ha hecho crecer mucho individualmente.

Tenemos un flujo diferente

Cada quien tiene su forma de pensar y en muchas ocasiones no podemos ponernos de acuerdo. Son pocas las veces que discutimos; sin embargo, eso ha sido gracias a que cada uno es muy honesto con el otro. Cuando algo me molesta, intento decirlo enseguida. Si bien a veces no es sencillo escuchar que tu pareja te diga: “me choca que dejes la toalla mojada en el piso” o que te recuerde cosas de tu personalidad, que no siempre son las mejores, es mucho mejor pues se arreglan las cosas en el momento.

Somos felices solos

Algunas personas nos ven muy extraño cuando les decimos que somos igual de felices solos que juntos. Sin embargo, es una realidad que amo presumir, pues nos complementamos pero no somos un rompecabezas sin piezas cuando uno se va a bailar con los amigos, ni cuando él decide quedarse un fin de semana solo y estar con su familia.

Amo ver que no soy la única fuente de felicidad

Ya he sido la fuente de varios y era sumamente extenuante. Amo verlo feliz dibujando, con sus amigos, en las fotos que se saca cuando sale con una que otra amiga. Sí, la verdad es que amo que me deje ser yo misma y seguir siendo una mujer libre. Lo amo más cada día porque mi relación se siente a libertad, amor, comprensión y a un buen equipo.

Somos un gran equipo, estamos pendientes del otro y procuramos nuestra felicidad. El tiempo que pasamos a solas es bendito, como los amaneceres que solemos ver juntos, dulce como el vino que nos gusta y suave como su respiración cuando duerme.