Clásico. Te gusta alguien de tu escuela, de tu oficina o de algún lugar al que sueles ir regularmente. Entonces tu cerebro empieza a hacer películas de todo tipo. La película de la misión imposible de cómo conocerlo; luego, la película del rechazo trágico con su respectivo rompimiento del corazón aún latiendo en tu pechito; la película romántica exitosa con mermelada y bombones, etc. Y todo esto sucede solamente en tu cabeza.
El clásico “ya me ví” con cara de borreguito
Aquí ocurre algo que muchos humanos pasamos por alto y resulta importantísimo. No sabemos en qué momento de su vida está él o la co-protagonista de esta historia de amor. Yo le llamo “timing”. No sabes si sale con alguien, si tiene “freno de mano”, si está en medio de una tragedia familiar o tiene mil problemas económicos. Tampoco sabes si está harta o harto del sexo opuesto. De hecho, no sabes nada, vaya ni su segundo apellido. Duh.
Entonces resulta que dentro de tus películas hay una recurrente en la que se te ocurre robarle un beso, decirle que te gusta, invitarlo a salir, agregarlo a Facebook, mandarle una notita, decirle lo que sientes y quien sabe cuánta misión suicida más. A esto suma el agravante de infinidad de memes y opiniones de “amigos expertos” que te dicen: “Dile lo que sientes”, “los besos no se piden, se roban”. O: “sé romántica y díselo en una cartita llevada por una mariposa”, y otras tonterías de ese calibre… ¡Error, no lo hagas!
Voy a facilitarte tus siguientes maniobras de iniciación de actividades románticas o con alguien más.
Lo primero que tienes que hacer es averiguar su “timing”
Si te gusta Renato y está enamorado de alguien más y se te ocurre intentar algo vas a fallar y luego vas a estar toda flaca, cansada, ojerosa y sin ilusiones. Por otra parte, si te gusta Julio José y no sabes que es gay, pues te sobran y te faltan partes, mija. Existen timings diferentes por temporada, día, situaciones de esa semana, exparejas, parejas actuales que desconocemos, familia, dinero, trabajo, proyectos, problemas, etc. ¿Cómo lo averiguamos?
Pregúntale
Si es alguien nueva o nuevo en tu vida, pregunta. Por ejemplo: “Oye, ¿tienes novio? ¿novia? ¿esposo? ¿esposa? ¿20 gatos o eres acumuladora? Listo. Le preguntaste su estatus, pero lo disfrazaste con bromitas y con más preguntas para suavizar lo fuerte que puede ser preguntar, y lo peligroso porque podrían mentirte solo para que no intentes nada.
Por otro lado, si es alguien que ya conoces de tiempo atrás y ya hay confianza, pregúntaselo casual en una plática. Por ejemplo: “Oye y tú ¿qué pretendes de tu vida, algún día quieres casarte, ya estás curada de espanto, renunciaste a las relaciones o qué plan?
Recuerda que estos dos ejemplos son solo para averiguar el estatus de relaciones, pero falta averiguar timings económicos. También hace cuánto cortó con la última relación y por qué razón. También es preciso saber de sus planes a corto y mediano plazo, si es que hay problemas familiares o de salud, qué tan metido está en su trabajo, estudios, carrera o en su banda musical, etc.
Todo influye
Si logras averiguar lo más posible acerca de tu “proyecto-víctima” antes de intentar nada, te habrás ahorrado una posible rotura de corazón o de amalgamas. O habrás asegurado el éxito al saber que ahora (o tal vez en unos meses dependiendo del timing) era el momento ideal para actuar.
Para esto tenemos los modernos chismógrafos: Facebook, Instagram, Google, amigos en común, y la conversación directa pero sutil con la víctima. ¿Ya sabes el timing? Ok. Ahora sí, procede con cautela pero con estrategia. No quemes cartuchos ni que te lances cuando el timing está mal. Y aunque el timing esté bien, aún falta construir, hacer bromas en serio y tener señales de interés, así que pian pianito, queridas.
Cuéntame aquí abajito ejemplos del buen o mal uso del timing en tu vida.
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