Esta es una historia que no cuento a menudo, pero llegando la época de día de muertos en mi país siempre me da nostalgia. Quizás muchas personas no crean lo que viví, incluso mi propia familia decía que estaba mintiendo. Menos mi esposo, que se encontraba a pocos pasos de mi en el hospital mientras ocurrió esta historia.
Mi prima y yo
Mi familia es una de esas familias donde todo el mundo se mete con todo el mundo. Es una familia grande y unida, una típica familia mexicana. Mi prima y yo crecimos juntas, de hecho una viviendo al lado de la otra. Pasamos la infancia juntas y también la adolescencia. Ella era mucho más que solo mi prima, para mi era una hermana. Lamentablemente mi prima tuvo un accidente automovilístico que la dejó en una silla de ruedas. Sin embargo y gracias a Dios eso no la detuvo. Siempre fue la mujer más alegre de mi familia, todos pensábamos que tenía un gran angel. Conforme pasaron los años yo me mude con mi actual marido al estado de Sinaloa. Me dolió mucho dejar a mi prima, sin embargo sabía que ni aún con ese tipo de distancia dejaríamos la hermosa relación que construimos toda nuestra vida.
El hospital
Un día, mi marido me llevo a comer mariscos. No pasó mucho tiempo en que pasamos del restaurante al hospital por una grave intoxicación. Pase dos días en cama en el hospital, puesto que mi situación se había complicado pues yo me encontraba en pleno embarazo. Fue a medio día, que me encontraba en la habitación de hospital cuando vi llegar a mi prima. Vaya qué impresión, venía caminando. Yo simplemente no lo podía creer, estaba muy pero muy feliz de verla. Le pregunté cómo era posible que estuviese caminando y ella me dijo que le habían hecho el milagro. Estaba feliz de que estuviera ahí conmigo. Se sentó a mi lado y me dijo que mi marido le había dicho que me encontraba mala y en el hospital, así que decidió venir a verme lo antes posible.
La charla
Tuvimos una charla de lo más normal, ella me contó acerca de su mamá, mis demás tías y algunos chismes de familia. Nos abrazamos, bromeamos y de un momento a otro me dijo que se tenía que ir. La hora de visita estaba próxima a terminarse. Le rogué que se quedará unos minutos, al menos para que mi marido la viera caminando. Le dije “¡Se va a morir de felicidad!” Ella me dijo que con suerte se lo encontraría de camino fuera del hospital. Me despedí de ella y le dije que me trajera un pan dulce en su visita al próximo día. Ella se fue sonriendo.
Pocos minutos después
Mi marido entró a la habitación y yo le ataque diciendo “¿A que no adivinas quién vino a visitarme?” El se me quedó mirando y entonces procedí a contarle que la Lupe había entrado caminando por el pasillo y me había contado un montón de buenos chismes. Mi marido estaba muy sorprendido, se levantó de la silla cuando acabe mi relato y me dijo “Ay mujer, tengo que decirte algo. Tu prima Lupe murió anoche de un paro cardíaco. “ Yo estaba helada, en ese momento me puse muy pero muy mal. Llore a cantaros, ni siquiera quería creerle a mi marido.
Pero como todo en esta vida, después de la guerra viene la calma. Aunque lloré mucho la muerte de mi Lupe, me quedó el consuelo de verla caminando y contenta. Quizás nadie me crea lo que yo ví, pero lo viví en realidad. Mi hermosa prima se vino a despedir de mi, que descanse en paz.