Desde pequeña me dijeron que tenía que ser amable con todos. Que necesitaba hacerme de muchos amigos o seres queridos, para que no me quedara sola en la vida. ¡Vaya mensaje que me habían dejado! Sin embargo, con el paso del tiempo decidí cambiar eso. Ahora, hay menos gente a mi alrededor, pero sé que esa gente es la que vale la pena en mi vida.
El tiempo
Muchas veces el tiempo es nuestro mejor aliado para saber quiénes se quedarán o se marcharán de tu vida. Tal vez en un principio parezca doloroso, pero la realidad es todo lo contrario. Gracias a eso se te quita una enorme y pesada venda de los ojos. El tiempo funciona como una prueba de sinceridad y autenticidad que rectifica o no cualquier relación.
Somos seres sociales
Por naturaleza nos gusta convivir y relacionarnos con otros. Sin embargo, muchas veces cometemos el error de considerar amigos a quienes no lo son. Hay gente que sólo se nos acerca para hacernos daño, porque nos mostramos vulnerables ante ellos y les contamos nuestros más íntimos secretos. El tiempo nos obliga a mostrar nuestra verdadera actitud, nuestro verdadero yo. Y justo cuando tenemos situaciones complicadas, es cuando sale a la luz quiénes de verdad nos aprecian o no.
Cada vez hay menos gente
Debido a eso, me he dado cuenta que mi círculo de amigos cada vez se hace más pequeño. No entiendo a la gente que apenas conoce a alguien y ya le llama amigo. Para que yo llame de esa manera a alguien necesitan pasar muchas cosas, mucho tiempo y aún así lo dudo. Dudo porque en el pasado me han traicionado personas en las que yo creía ciegamente. Eso me ha enseñado algo más, no debo confiar por completo, pues muchas personas sólo actuarán a su conveniencia.
La realidad es que a estas alturas de mi vida, no me importa romper con varias relaciones que tengo desde hace tiempo. Al contrario, me siento más tranquila de ver menos gente en mi vida. Porque sé que los que están, es porque realmente son buenos para mí.