¿Será que tienes un hijo preferido?

A todas nos ha entrado la duda alguna vez en la vida… ¿seré la favorita de mamá o papá?
Cuando estamos pequeños y viene otro hijo en camino, existe el miedo por parte del hijo primogénito de quedarse sin la atención debida por parte de sus padres. Muchas veces se le dice que él va a ser el ejemplo a seguir para su pequeño hermano. Y es normal que, llegado el tiempo del nacimiento del segundo bebé, se le dé un poco más de atención al pequeño ya que es el más débil de la casa y necesita más cuidados. Debido a esto, el mayor puede empezar a pensar que ya no es el hijo preferido.

Es natural, por parte de los padres, tener más afinidad por uno de sus hijos. Puede ser que se identifique más por el carácter o por el género, normalmente el padre preferirá a la hija y la madre al varón.
Preferir a uno u otro es humano y perfectamente comprensible. Las posibilidades de ser el hijo preferido consisten en muchos factores, tanto físicos como psicológicos. Supongamos que nosotras teníamos gran cariño a nuestra abuela y nuestro hijo salió con los ojos idénticos a los de la abuela, he ahí uno de los grandes factores de donde salen las preferencias.

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Normalmente, el primogénito tiene la preferencia ante la mayoría de los padres ya que fue el primero en recibir toda la atención. De ahí sigue la debilidad por los niños más pequeños, en cuyo caso los mayores son los que acaban siendo discriminados.

Habrá veces donde se le deja al mayor irse a dormir un poco más tarde que al menor y, mientras el menor siente que no es el favorito, los padres suelen percibir esta diferencia como algo perfectamente normal. En estos casos, lo ideal es que los padres busquen mediar las preferencias por los hijos en partes iguales. Cabe señalar que la igualdad no debe basarse en cosas materiales, más bien en la atención que se dedica a las necesidades de cada hijo. De esta manera, los padres pueden mantener un buen equilibrio psicológico entre hermanos. shutterstock_278188052

¿Qué hacer con nuestras preferencias?

En definitiva hay que aceptar ante nosotros mismos por quién tenemos más preferencia, para que así podamos enfocarnos en qué hijo necesita de mayor apoyo. Es necesario que, como padres, ambos acepten que esta situación existe para que así puedan mediar entre los hijos sin cometer injusticias. Muchas veces la solución es instintiva. Dile a todos tus hijos cuánto los amas, pasa tiempo de calidad a solas con cada uno de ellos. Escúchalos y conversa, busca como distinguir a cada uno y no generalices su comportamiento. Jamás los compares, ¡nunca va a salir nada bueno! Y, si uno se mete en problemas, asegúrate de que reciba el regaño o castigo sin que su hermano lo vea, nadie más tiene que enterarse de lo que pasó.

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