Resuelve los problemas con tu pareja sin tomar decisiones apresuradas

Desde que tengo memoria, siempre me he dejado llevar por mis emociones antes que por la razón. Es más, podía hacer una batalla campal por un simple comentario que no me gustara. Esta conducta la tenía con todo el mundo todo el tiempo. Sin embargo, quién más sufría las consecuencias de esta actitud era mi novio. En este sentido cada vez que me enojaba tomaba decisiones apresuradas y sin sentido. Era todo un martirio, por ello puedo decirte: resuelve las cosas con mucha paciencia, yo aprendí a hacerlo de la siguiente forma…

Me dejaba llevar y no pensaba las cosas

Desde que era niña me enojaba con mucha facilidad. Podría decirse que tenía problemas para identificar y controlar mis emociones. Por eso, siempre hacia berrinches monumentales sin importar quien estuviera presente. Lamento contarles que esto no mejoró con el tiempo, pues incluso cuando era adolescente tenía esos episodios. Peleaba con mis amigos, mis padres, mis maestros y mis hermanos. En uno de esos dramas dije muchas cosas de más y me distancié de una persona muy cercana a mí. Fue cuando entendí que tenía que parar.

Pensé lo que decía y lo que no

Antes que nada le hice caso a mis emociones. Intentaba saber cómo me sentía y que era lo qué me hacía perder el control. Después intenté pensar en las cosas que decía. ¿Nunca te ha pasado que cuando estás enojada dices muchas cosas hirientes? Después te sientes muy mal y pides perdón miles de veces. Sin embargo, las cosas ya están dichas y no puedes revertir tus palabras. Pues eso me pasaba muy, muy, seguido. Por tanto, cuando me sentía enojada prefería escuchar a las personas y no decir nada sin antes pensarlo tres veces. A veces pensaban que me daba lo mismo o no quería hablar, pero prefería meditar las cosas. En este sentido nadie nos conoce más que nosotras y sabemos lo que somos capaces de hacer. Por eso es mil veces mejor escuchar y callar.

Sé empático con los sentimientos del otro

Otra cosa que me hizo resolver las situaciones de forma sana fue ponerme en el lugar del otro. Es decir pensaba en lo que mi novio o mi mejor amiga sentía cuando yo perdía el control. Sólo de esa forma me era fácil dimensionar el daño que podía hacerle a las personas cercanas a mí. También entendí que nadie tenía por qué soportar ese tipo de dramas o teatritos, en ese sentido, por culpa de eso podría perderlos para siempre.

Resuelve tus conflictos y nos los mezcles con otros

En cuestiones como los celos y la posesividad, debemos entender que siempre se relacionan con nuestras inseguridades. Nuestros conflictos no resueltos siempre afectan nuestras relaciones. No importa que sean de amistad, de trabajo o amorosas. Por ello mejor resuelve esos problemas para crear relaciones sanas. Además, al hacerlo te sentirás más satisfecha contigo mismo y tu estilo de vida. También te ayudará a cambiar los aspectos que no te gustan.