El error que me costó perder al amor de mi vida ¡y jamás lo pensé!

Sabes que una persona es el amor de tu vida cuando está a tu lado para apoyarte. Te presenta a su familia y amigos y ve un futuro contigo más hermoso de lo que puedas imaginar. Tristemente, las relaciones no solo se basan en el amor inmenso sino también en otros factores. Jamás lo pensé hasta que lo perdí y decirle adiós ha sido muy duro hasta el momento. Así es, perdí al amor de mi vida.

El comienzo

Todo comenzó cuando éramos muy jóvenes. Nos conocimos a través de varios amigos en común que por razones del destino nos juntamos todos en un mismo lugar. Ese día yo estaba tan perdida y triste, que solo podía pensar en un viejo amor. Necesitaba estar con alguien, así que llamé a una amiga para que me diera consejos. Ella me llevó con los demás para poder relajarme. Entonces él estaba ahí. En ese momento no tenía ni idea de lo que sería nuestra historia y mucho menos me había llamado la atención.

Todos estaban riendo, platicando o viendo videos de terror mientras yo me coloque mis audífonos para no escuchar esas historias que me daban miedo. Fue ahí cuando le causó intriga la música que escuchaba y a partir de eso iniciamos una conversación. Una conversación que después llevaría a escribirnos con frecuencia, a platicar, a conocernos y poco después a atraernos.

El camino

Después de algunos meses en que yo superé a ese viejo amor, comenzamos una relación. Al principio no pensé a qué grado llegaríamos, pues estaba muy joven y de relaciones poco sabía. Ese bonito comienzo se convirtió en una hermosa relación de tres años. Vivimos muchos momentos juntos, tanto divertidos, aburridos, emocionantes y sin sentido. Con mi familia el tenía la mejor relación. Salíamos todos juntos y era muy divertido. Los fines de semana estábamos con nuestros amigos, y cómo olvidar esas noches de risas, besos y abrazos. Otros días éramos solo el y yo. Sí, era el amor de mi vida. Me sorprendía con regalos, me daba pequeños detalles y todos los días me decía algo bonito.

Pero al mismo tiempo ese amor me fue consumiendo y no me di cuenta hasta mucho después. Todo era nuestro y no era un mío, todo era un nosotros y no un yo, todo era juntos. Sin embargo, no le di mucha importancia porque era feliz y disfrutaba mi vida.

El desastre

Tal vez fue su error o fue mi error, pero con el tiempo empecé a comportarme malcriada, exigente y egoísta. Él me daba todo, absolutamente todo, y yo exigía lo que quería sin ni siquiera pensarlo. Tanto así, que me volví una egoísta y no valoré lo que él me daba: amor de verdad. Mientras íbamos creciendo juntos, me di cuenta de que mi relación iba en serio. Él sí buscaba algo más conmigo.

Llegó un punto de su vida en que las cosas se empezaron a complicar, sobre todo con la escuela y la familia. A tal grado que nuestra relación empezó a ser una carga para él. Me amaba como jamás había amado a alguien y no estoy segura sí aún piensa en mí, pero mi actitud egoísta lo fue alejando hasta que se fue.

Hubo un momento en la relación en el que me sentí aburrida. Ambos caímos en una zona de confort en nuestras vidas. Cabe mencionar que yo iba un año más adelante que él en la escuela y que las ganas de trazar mi propio futuro iban aumentando. Mientras que él vivía en el presente y no veía más allá excepto en cuanto a nuestra relación.

El final

Lamentablemente no pudimos superar esa etapa porque volvimos a caer otra vez, pero el siempre me apoyó. Cuando me sentía triste por cuestiones familiares, él me escuchaba. Si necesitaba ayuda con mis tareas, él me ayudaba. En las buenas y en las malas estaba presente siempre. Y esta historia llegó a su fin un día de marzo. Una coincidencia enorme porque nos conocimos en marzo de hace tres años.

Mi inseguridad emocional y mi baja autoestima me llevó a dudar de mi confianza hacia él y de si me hacía feliz. Él me hacía feliz y no me di cuenta. Me deje caer por mis emociones o comentarios que no valían absolutamente nada. Al día siguiente hablamos y terminamos. Poco tiempo después hablamos y nos costó mucho dejarnos ir, pero sabíamos que no volvería a ser lo mismo, jamás. Ahora me doy cuenta del error que me costó perder al amor de mi vida y jamás lo pensé.