En alguna ocasión me dijeron que divorciarte significa fracasar. El sueño que tenía cuando me casé, era formar una familia que durara para siempre. Una familia con la que pudiera sobrevivir los buenos y malos momentos. Obviamente creía que para que eso fuera posible, tenía que mantenerse unida y llena de amor. Sin embargo las cosas no salieron como yo esperaba.
Al cabo de un tiempo, cambiamos
Luego de que nos casamos, tuvimos tres hijos y pensé que ahí estaba mi sueño hecho realidad. Me sentía una mujer muy feliz y completa. Pensé que así sería siempre, pero no fue así. Al cabo de unos años las cosas cambiaron. No sé si deba decir que se acabó el amor. Tampoco puedo decir que nos hayamos vuelto indiferentes el uno con el otro. Simplemente, creo que cambiamos y eso nos hizo distanciarnos. El problema fue que en todo ese tiempo, no hizimos nada para ver si aún existía salvación. Las cosas ya no eran como antes, parecíamos dos desconocidos conviviendo en el mismo espacio y eso, para ser verdad, resultaba muy incómodo.
Una decisión complicada
Luego de hablar, él y yo decidimos tomar cartas en el asunto y optamos por divorciarnos. En ese momento pensé que estaba fracasando. Me importaba más lo que dijeran, que lo que yo creía mejor o cómo me sentía. Sin embargo, con el paso de los meses me di cuenta de algo muy importante. El divorcio había sido la mejor decisión que habíamos tomado. ¿por qué?
Divorciarte no es fracasr
El divorcio no es el fin, simplemente se cierra un ciclo para continuar con otro. De qué serviría que nos quedáramos juntos si las cosas ya no funcionaban. Estar juntos no sería vida, cuando ya nada nos unía, o tal vez sí, pero de una manera diferente.
Fracasar significa…
Hubiera fracasado de verdad si hubiéramos decidido quedarnos y fingir ser una familia feliz. Eso hubiera pasado si nos hubiéramos quedado por comodidad o por convenciencia. Pude haber manipulado a mi esposo a mi favor, con tal de ser la beneficiada, pero a la larga ¿eso qué me hubiera dejado? El verdadero fracaso hubiera pasado si nos quedáramos en una vida gris, llena de infelicidad, esperando recibir al menos migajas de algo que ya no existía. Peor aún, hubiera significado fingir ante nuestros hijos ser la pareja perfecta y que ellos después creyeran que así es como debe verse o vivirse el amor.
Decidí olvidarme y dejar de preocuparme del “qué dirán”. He decidido enfocarme en mi felicidad, en aprender que la soledad no es mala. Decidí alejarme porque quiero ser feliz, quiero que él sea feliz y quiero que mis hijos sean felices. Si nos quedábamos juntos, tengo por seguro que eso no hubiera sucedido.
Un divorcio por el contrario es…
Demostrar amor por esa persona y decir “hasta aquí” antes de llegar a un punto sin respeto en el que ya no hay retorno. Ahora podemos vernos con más felicidad y disfrutar un rato juntos con los niños, porque el hecho de ya no estar juntos no significa que ya no nos queramos, simplemente nos queremos de manera diferente. Lo más importante siempre, es que luches por tu felicidad y la de la gente que amas.
Yo no fracasé, yo crecí y aprendí… ¿y tú?