La sociedad en la que vivimos, desde hace muchos años, se encargó de criar niñas “bonitas” y “buenas”. O sea, mujeres que estuvieran para servir a los demás, sin reclamos. Niñas que pensaran que su futuro y felicidad estaba en manos de otro. Eso ha dejado de ser así, pues ahora lo que tratamos es de criar niñas fuertes y valientes. Que sepan cuánto valen y todo lo que son capaces de lograr si se lo proponen.
Niñas y niños
Seguro, en más de una ocasión has escuchado comentarios muy incómodos en los que tu género influye, para bien o para mal. Por ejemplo, muchos papás piensan que si su hija fuera niño no tendría problema en dejarla salir lejos o sola. Por desgracia, esos comentarios no quedan solo en asuntos de familia, sino que se trasladan a tu vida diaria. El mundo en el que nos desenvolvemos muchas veces resulta limitado y con cierto prejuicio de género. Debido a eso, el camino de las mujeres resulta muy distinto al de los hombres que se desarrollan en el mismo entorno.
¿Ser fuerte o buena?
El poder femenino ha cobrado mucha fuerza en los últimos años, hemos demostrado que podemos hacer lo que queramos. La felicidad está de nuestro lado, o al menos así debería serlo, pues en la práctica el modo de actuar es completamente diferente. Cuando sabemos de casos de acoso o violación, muy pocas veces las víctimas confrontan la situación. Del modo contrario, los hombres han sido educados para afrontar las agresiones y los riesgos. Incoherentemente, a las niñas se les dice que deben protegerse y los niños que están en proceso de crecimiento son los que están convirtiéndose en un potencial riesgo para ellas.
Modo de crianza
¡Niñas fuertes y valientes, sí!
Es preocupante el modo en que los niños y niñas perciben su función en la tierra. De acuerdo a un estudio realizado por Harvard, tanto niños como niñas opinan que los hombres son mejores líderes. Sólo un pequeño porcentaje cree lo contrario. Además, de que ambos prefieren que las mujeres sean las que se queden realizando los roles tradicionales. Lo más importante para que esta situación cambie, es el ejemplo que se da desde casa. No puedes pedirle a tu hija que se dé a respetar, si su hermano le habla mal a su mamá o el marido la golpea. Las palabras dejan un mensaje, pero lo que vemos deja otro.