Hace casi tres años doné por primera vez mi cabello, luego de que lo deje crecer por unos seis o siete años. ¿Por qué? Una compañera de trabajo era voluntaria de un grupo que atiende a niños con cáncer y me compartía infinidad de historias. Estas me impactaron y decidí decirle adiós a 35 centímetros de mi melena. Sin embargo, hubo cosas que no tomé en cuenta antes de donar mi cabello. Si tienes la misma intención, quizá estos puntos te ayuden.
Cabello sano y natural
Antes de donar mi cabello me explicaron que lo principal es tener el cabello sano, requisito que cumplí, y no lo digo por presumir. También es muy importante que sea natural, es decir, que no tenga tinte, rayitos, mechones. ¿Por qué? Porque este cabello será usado para hacer pelucas para niños con cáncer. Bueno, este último punto depende de la organización a la que le hagas el donativo, ya que hay algunas que apoyan a personas que sufrieron quemaduras incluso en el cuero cabelludo.
Cabello parejo
Otro requisito es que tu cabello esté recto, de modo que no debe tener grafilados o capas. En caso de que lo tenga tienes que tomar en cuenta que al cortar tu cabello tomarán la capa más corta, a fin de saber si tienes los centímetros necesarios para donar (de lo que te hablaré en el siguiente punto). En caso de que no sea así, tendrás que esperar a que tu cabello crezca.
30 centímetros
De acuerdo con la información que me brindaron en la organización, lo mínimo para donar son 30 centímetros. A primera instancia sé que te puede parecer demasiado cabello, pero no es así. Si te pones a analizar la misión que tu cabello cumplirá, te darás cuenta de que esos 30 centímetros no son nada.
Entrar en shock
Y finalmente, analiza si en verdad quieres donar tu cabello. Es una decisión muy importante porque estás hablando de tu melena. Algunas personas pueden mencionar que es algo superficial, pero todo cambio de look influye en las personas. Un cambio de look también es un proceso de renovación interna. También toma en cuenta lo siguiente: tu cabello puede cambiarle la vida a alguien e incluso puede devolverle la esperanza. Y como dicen: “la esperanza es lo último que se pierde”.
¿Mi experiencia?
Para serte honesta, al principio tenía algo de temor; sí, me daba miedo decirle adiós a mi melena, la cual dejé crecer por unos seis o siete años como un acto de revolución. Durante casi toda mi infancia y parte de la pubertad mi mamá me hizo tenerlo corto. Entonces sí era una decisión importante para mí. Pero cuando dije que sí, pues no miré hacia atrás y sólo dejé que me trenzarán el cabello para que luego lo cortaran. Mientras eso pasaba sólo me decía: “Alicia, tranquila, el cabello crece”.
¿Entonces?
Luego de que me cortaran el cabello tenía miedo de mirarme al espejo, creía que me veía horrible y regresaría a mis días de infancia; sin embargo, no fue así y pasó todo lo contrario: ¡Amé mi cambio de look! Lo amé tanto que durante dos años mantuve ese corte. Ahora ya creció bastante, pero ¿sabes por qué estoy dejando que quede largo? ¿No? Bueno, ¡porque quiero volver a donarlo! En resumen, puedo decirte que esa decisión ha sido una de las mejores que he tomado. Quizá te parezca raro y extremo, pero cortarme el cabello también fue una manera de aprender a soltar y decir adiós. Ahora entiendes por qué digo que un cambio de look no es meramente superficial.