Todas las mamás estamos agotadas, en mayor o menor medida. Muchos creen que cuidar niños es cosa sencilla, pero si a eso le agregas el trabajo en casa más el trabajo que elijas, las cosas se complican aún más. Eso hace que en muchos momentos estemos dispersas, cansadas, despistadas y terminamos haciendo cosas que para nosotras son normales, mientras que para los demás son extrañas.
Cambiamos todos los tacones por tenis o pantuflas
Hemos aprendido a comer la comida fría.
Después de un tiempo ya no nos da asco interrumpir nuestros alimentos por cambiar un pañal o ir al baño con la criatura.
A veces guardamos cosas de la alacena en el refrigerador o viceversa.
Cuando duerme el bebé, piensas en todas las cosas que podrías hacer, pero terminas yéndote a dormir con tu hijo.
Aprendes a andar por la calle con la playera sucia o un pantalón que no has lavado en más de una semana
Con tanto estrés y trabajo, suele pasar que olvides meter alguna prenda o cambio de pañal en la maleta de tu bebé.
Sí, a veces has dejado a tu bebé ver la tele o el celular para que se distraiga un rato y tú puedas descansar un poco.
Lavas la ropa y al recogerla, puede pasar más de una semana arrumbada en la cama, hasta que te da tiempo doblarla y acomodarla.
La comida rápida es una salida que te aliviana de vez en cuando, en esos momentos en que estás cansada o simplemente no tienes ganas de cocinar.
Si tus hijos aman a sus tíos y ellos los cuidan, tú eres la más feliz porque eso te dará un respiro.
Nadie dijo que ser mamá es fácil, pero también estás en todo tu derecho de pedir ayuda cuando ya no puedes más.
