Me liberé de la base de maquillaje, ¡también deberías hacerlo!

Mi historia con el maquillaje ha sido todo un drama entre encontrar los mejores productos o darme por vencida. En este sentido me encantan los labiales, los delineadores, el rímel, los esmaltes para uñas y el iluminador. Sin embargo, la base de maquillaje, el blush y el contorno son mis némesis. No me gusta la textura que le dan a mi cara ni la sensación de máscara que siento al usarlas. Además, siempre batallo para encontrar mi tono ideal de base. Esta no me cubría totalmente o se cuarteaba. Finalmente, un día me liberé de ella y esto fue lo que sucedió…

Mi romance con el maquillaje

No siempre me llamó la atención el maquillaje. Recuerdo que lo único que siempre amé fueron los delineadores. Por  eso comencé a delinearme a los 14 años con tonalidades rosas, azules y negras. En general, era lo único que hacía, pero años después comencé a interesarme en el rímel y los labiales y los pinta uñas. En ese sentido utilizar base siempre fue un tema para mí. No sabía para qué servían, cómo se usaban ni cómo elegirlas. Además, mi mamá tampoco la utilizaba, su rutina consistía en limpiar, humectar y proteger su piel. Por tanto yo tenía la misma rutina: exfoliaba o lavaba mi rostro, me ponía crema humectante y bloqueador solar.

 Mis primeros acercamientos con la base de maquillaje

A los 16 años me convencí de utilizar base de maquillaje ya que algunas de mis amigas ya la utilizaban. Ellas me acompañaron a comprar mi primera base y a escogerla. Obviamente, eso fue un desastre ya que conseguimos una base de mala calidad y que no iba con mi tono de piel.  Además, mi rostro siempre ha tenido una textura mixta a grasa, por lo que las bases que aplicaba se desvanecían en un par de horas. Por tanto, probé distintas variantes de base sin encontrar la indicada. Utilicé las líquidas de media y alta cobertura, tipo mousse, en polvo y libres de aceite, pero ninguna me sirvió.

 Decidí liberarme de la base

Finalmente y tras muchos intentos, me liberé  utilizar base de maquillaje. Esto lo decidí tras pensar por qué la utilizaba, mi piel no tenía manchas de sol ni cicatrices. Así mismo me gustaban los lunares que tengo y la base, en ocasiones, los ocultaba. Por tanto, no tenía mucho sentido utilizar algo que sólo opacaba mi piel y me hacía sentir insegura. Preferí seguir con mi rutina básica  y poco a poco me di cuenta de que me sentía más cómoda sin ocultar mi piel ni sus imperfecciones. Eso mejoró mi autoestima. Además, me hacía sentir más bonita sin tener que usar un arsenal de productos para “mejorar” mi aspecto. No estoy en contra del maquillaje, simplemente creo que sirve para resaltar lo que amamos de nuestro rostro, no para escondernos bajo él.