Lamentablemente la industria de la belleza se han aprovechado por nuestra obsesión al maquillaje y al cuidado de la piel. SÃ, una mujer es capaz de comprar el mismo producto miles de veces. Sin embargo, no todas caen en los super caros de los centros comerciales. Aunque no lo creas, no estás pagando la calidad de tu producto. De hecho, te quedarÃas impresionada con lo que en realidad te estás aplicando. Por eso, lo mejor es no caer en el fraude y aquà te decimos las razones.
No pagas por lo que promete
Algunas marcas que te encuentras en la farmacia y en el supermercado tienden a tener el mismo precio. Sin importar que tan elegante sea o no el lugar, no es obstáculo para las grandes marcas de belleza te vendan lo que quieran. La realidad es que tus productos deberÃan costar menos pues sus ingredientes son muy baratos. Hay productos que incluso contienen quÃmicos muy tóxicos para tu piel, para que la elaboración no sea elevada. Asà que ten cuidado pues muchos de estos quÃmicos pueden provocar cáncer, alergia, asma o problemas de fertilidad. De hecho, las compañÃas no están obligadas a realizar pruebas de seguridad de todos los quÃmicos y componentes que utilizan.
Luego, la publicidad de las marcas despierta tus mayores miedos, como la aparición de arrugas prematuras, las imperfecciones o manchas en la piel, etc. Para eliminar esas imperfecciones, estos “maravillosos” productos son tu mejor solución, eso dicen; pero no debes creer todo lo que te dicen.
¡Cuidado con las marcas naturales!
Es normal que algunas personas o incluso tú acudan a las marcas 100% naturales, libres de quÃmicos o hipoalergénicas. Sin embargo, existe un pero y es que la industria cosmética sabe que a las mujeres les llama la atención lo natural. Asà que también acuden a la publicidad y a las mentiras en sus etiquetas para vender también en este pequeño mercado.
¿Cuál es la solución al fraude?
- Reducir el uso de los productos de belleza.
- Leer los ingredientes e investigar un componente que te parezca extraño.
- Optar por las marcas genéricas.
