Como la piel, el cabello también resiente los daños causados por el sol. Y entre más expuesto está a los rayos, más se deteriora restándole su belleza. Sin embargo, es posible evitar que tu melena sufra resequedad, orzuela, adelgazamiento, debilidad, quiebre y hasta caída si le proporcionas los cuidados adecuados. Toma en cuenta que para lucir tu cabellera en toda su majestuosidad, también es preciso seguir un estilo de vida saludable. Aquí te lo explicamos paso a paso. Así te verás fabulosa de pies a cabeza.
Alteran su textura
Los rayos UVA y UVB afectan tu cabello de dos maneras: alteran su color y su textura. Al afectar la estructura capilar, el cabello se vuelve débil, seco y quebradizo. Al quebrarse, se abren las puntas y aparece la orzuela. Es común que pierda brillo y se sienta muy fino y sea más propenso a caerse.
Cambian el color
De acuerdo con la American Academy of Dermatology, la melena oscura puede adquirir una tonalidad rojiza tras exponerse al sol. En tanto que las cabelleras teñidas o tratadas químicamente (permanente o alaciado), más vulnerables, se decoloran y toman un matiz amarillento y opaco.
Además, no solo la fibra capilar se daña con el sol, también el cuero cabelludo lo resiente. Es probable que sientas comezón o ardor por las quemaduras del sol.
Prevenir mejor que reparar
Durante la temporada de verano, tomar medidas para prevenir los daños causados por el sol es imprescindible. Es preciso cortar las puntas abiertas y aplicarle un tratamiento fortalecedor si es necesario. Para reparar su estructura y aportarle hidratación extra, hay que untar las puntas con aceite de almendras dulces y dejarlo actuar 10 minutos antes de bañarte.
Por otro lado, el aceite de oliva también es efectivo para fortalecer la melena. Mezcla una cucharada de aceite de oliva con una cucharada de yogur natural. Ya integrados, aplica la mascarilla en tu cabellera, déjala 20 minutos y aclara con abundante agua templada.
Cuando la temperatura se eleva prescinde del agua caliente durante el baño. Esta afecta el cabello debilitándolo. También recuerda cambiar tu champú por otro que limpie a profundidad y elimine las partículas e impurezas. Antes de entrar al mar o la alberca, moja tu cabello con agua embotellada, así no absorberá tanta agua salada ni clorada.
Acondiciónalo siempre
Si planeas estás al aire libre mucho tiempo, aplica un acondicionador sin enjuague que contenga óxido de zinc. Este ingrediente bloquea los rayos solares, por eso se usa en los bloqueadores para la piel. También ahora encuentras productos protectores en spray con antioxidantes que son a prueba de agua. Le dan a tu cabello una película protectora sin dejarlo grasiento y no contienen siliconas.
En época de verano, conviene que cambies tu tinte normal por uno libre de peróxido y amoniaco. Ambas sustancias, así como el limón y los productos de estilizado que contienen alcohol, aceleran los daños causados por el sol, por lo que es preciso reducir su uso al mínimo. También prescinde del uso de tenazas, planchas y secadoras para el cabello. Finalmente, durante el verano, secar la melena al natural es muy chic.
Protección extra
Es importante que evites exponerte al sol entre las once de la mañana y las tres de la tarde, cuando los rayos son más intensos. Recuerda que todo el año debes aplicarte tu pantalla solar en la piel, incluso si está nublado. En verano es pecado salir sin bloqueador y para cuidar el cabello es preciso usar gorra o sombrero, aunque no nos guste. Una vez por semana aplica una mascarilla reparadora after sun, un tratamiento reparador con aceite de argán o de jojoba, que es rico en vitaminas C y E. Ambas nutren a tu melena. Las mascarillas reparadoras after sun ayudan a que recupere la hidración, brillo y suavidad.
La dieta importa
Además, estar bien hidratada, bebiendo dos litros de agua a diario, y seguir una dieta balanceada y abundante en biotina compensa los daños causados por el sol. Se ha comprobado que la biotina, o vitamina H, previene la caída capilar. Los alimentos como hongos, nueces, yema de huevo, almendras, soya, garbanzos, coliflor, uva, sandía y fresas.