Así fue como comprobé que la hidratación es básica para mi piel

Debo reconocer que desde pequeña, una de las cosas que más he evitado es la crema corporal. Mi madre siempre me dijo que usar crema ayudaría, pues la hidratación es básica para mi cuerpo.  Lo malo es que nunca le hice caso. Huía de la crema, pues esa consistencia que tiene, me daba asco y no quería sentirme incómoda.

Al principio no había efecto negativo

Durante los primeros años, mi piel se veía increíble y por ende, menos caso le hacía a mi madre. Como no veía resequedad ni ninguna señal de deshidratación, pensaba que con beber agua era más que suficiente para vivir. Eso fue así hasta que mi cuerpo cambió.

¿Qué me está pasando?

Cuando mis hormonas tuvieron un cambio radical, fue cuando las consecuencias de no estar usando crema corporal comenzaron a notarse. Sentía mi piel rasposa, seca, se notaba con partículas blancas que por más que tallaba no lograba quitar por completo. En un principio pensé que sólo era a causa del frío que hacia. Creí que el agua que bebía quitaría esa sensación; pero no fue así.

¿Y ahora?

Me recomendaron una crema tipo ungüento, con el que me aseguraban que esa sensación y textura se quitaría por completo. La usé porque empezaba a sentir comezón desesperante. Creí que con eso sería suficiente para que el aspecto de la misma cambiara. En un principio parecía que sí funcionaba y que la textura de mi piel mejoraba; pero la realidad es que no era así. Cuando terminé el ungüento, noté que mi piel estaba peor.

S.O.S

Luego de pasar varias semanas con la piel peor que una piedra, tuve que acudir con un dermatólogo para que me ayudara a curar mi piel. El médico me explicó que nuestro cuerpo en gran parte está compuesto de agua. La hidratación interna es necesaria; pero no es suficiente para que la piel se mantenga en las condiciones más óptimas. Sabía cuál era la solución: debía usar crema corporal además del agua que tomo día con día.

La crema es mi conflicto

A partir de que el médico me recetó varias cremas para lograr mejorar el aspecto de mi piel, tuve que empezar a usarlas. El problema era que me fallaba la constancia. Había días en los que sí me acordaba y la usaba. Otros días no lo hacía y por obvias razones no veía los resultados que esperaba.

Pasaron varias semanas

Tuve prácticamente que ponerme recordatorios para ser constante con las aplicaciones que tenía que hacerme al día. Al principio fue un poco complicado, pero lo logré con éxito. Pasados dos meses noté que la textura de mis piernas y piel en general había mejorado. Ya no sentía tanta comezón, mi piel se sentía suave y tenía más brillo.

Por fortuna actué con tiempo, pero me sentí mal por no haberle hecho caso a mi madre, tiempo atrás. Si tú aún no llegas a los veinte años o estás en esta etapa, no esperes a que tu piel quede como la mía para actuar.