Rosa Posadas: ingeniera que puso en alto el nombre de México, aunque le tomó cinco años ingresar a la universidad

Que su proyecto fuera designado el más destacado entre los 10 países latinoamericanos participantes fue un logro que Rosa Posadas Pineda nunca imaginó, y cuando ocurrió, no daba crédito. Esta ingeniera mexicana puso en marcha un plan para capacitar a una comunidad marginada, con el propósito de alcanzar la autosuficiencia alimentaria, mediante la operación de huertos biointensivos familiares. 

“Para mí esto es una gran satisfacción, porque yo dejé de estudiar cinco años por falta de recursos económicos en la casa, y me dediqué a trabajar. Yo pensaba que ya no podía seguir estudiando ni cursar una carrera”, refiere hoy la ingeniera graduada en innovación agrícola sustentable, del Instituto Tecnológico Superior de la Sierra Norte del Estado de Puebla.

Puso en alto el nombre de México

Mostrar resultados reales tras dos años de arduo trabajo, la posibilidad de obtener beneficios a corto plazo y la facilidad para replicar el proyecto en otras comunidades fueron las características que lo hicieron resaltar. Así, Rosa Posadas puso en alto el nombre de México en Ecuador, al imponerse en el programa de tecnología e innovación “Aprende a emprender”, organizado por la Universidad de Ambato. 

“A veces pensamos que tecnología es sinónimo de robots, y no es así siempre. Nosotros mostramos que nuestras propuestas para innovar las técnicas para el campo son factibles y los resultados se ven a corto plazo; por eso ganamos”, refiere esta latina chingona que dejó de estudiar cinco años antes de concretar su sueño de ingresar a la universidad.

Realizó trabajo doméstico para ayudar a su familia

Quizá tú, como la mayoría de las chicas, das por sentado tus estudios superiores y tu ingreso a la facultad. Rosa no. Al terminar la preparatoria tuvo que abandonar los estudios, entonces se mudó a la Ciudad de México para trabajar y aportar económicamente a su familia.

“Durante tres años hice labores domésticas y vivía en la casa donde trabajaba. Yo nunca había salido de mi casa ni había estado en la Ciudad de México. Me fui a la buena de Dios y gracias a él caí con una buena familia. No volví hasta que conocí las rutas y aprendí a trasladarme. Me tomó mes y medio regresar a mi casa y decir: ‘Aquí está mi primer sueldo’. La primera semana extrañaba mucho a mi familia. ¡Era una lloradera!, pero la situación no estaba bien, así que tocaba aguantarse y seguir adelante”.

Hizo realidad su sueño de estudiar una carrera

Al ser la penúltima de seis hermanos, Rosa Posadas decidió volver a su casa y quedarse al lado de su mamá cuando su papá falleció. En el 2014, cinco años después de terminar la preparatoria, supo que era momento de hacer realidad su sueño de estudiar una carrera.

Mi papá fue campesino toda su vida y nos enseñó a sembrar cuando éramos pequeños. Entonces sabemos cómo se cultiva la tierra y yo amo todo lo que se refiere al campo. Para mí es la base de todas las demás actividades; del comercio, de la alimentación, de ahí su importancia. Por esa razón elegí la ingeniería en innovación agrícola como carrera.  

Empoderando a mujeres campesinas

Desarrollar el proyecto de los huertos biointensivos familiares no fue tan complicado como pudiera pensarse, sino convencer a la gente de la comunidad a que participara. La joven ingeniera recuerda que si bien a la convocatoria acudieron 200 personas de Comaltepec, una población marginada en Puebla, conforme pasaban las semanas cada vez eran menos. 

“En esta comunidad está muy arraigado el machismo. Entonces los señores desalentaban a sus esposas diciéndoles: ‘¡Si no aprendes nada! ¿A qué vas?’. Después, ellas llegaban con nosotros con ese peso y nos decían: ‘Mi marido tiene razón’. Tuvimos que poner en práctica ciertas dinámicas para mantener su interés. Les decíamos: ‘Demuéstrele que sí puede, que no está perdiendo el tiempo’. Por fortuna, ellas siguieron adelante y vieron resultados tangibles, pues pudieron preparar otros platillos y probar nuevas recetas con los productos que cosechaban”.

“Lo que está en nuestra mente, puede pasar en nuestra vida”

Quienes participaron en el programa y recibieron el diploma ya pueden capacitar tanto a hombres como a mujeres. Y esto ha resultado muy satisfactorio para Rosa Posadas que ahora planea estudiar una maestría, pues su objetivo es seguir avanzando, no quedarse en su zona de confort.

“Es bonito volver a nuestras raíces, pero no quiero quedarme aquí. Mi papá nos enseñó a no desechar una idea por tonta que parezca, porque podemos hacer grandes cosas a partir de ideas pequeñas. Nos decía que el dinero no debía limitarnos para conseguir lo que queremos, porque lo que está en nuestra mente puede pasar en nuestra vida”.

Rosa Posadas Pineda es una latina chingona que ejemplifica a la nueva generación que persigue sus sueños a como dé lugar. Y aconseja a las chicas que aún no deciden que carrera estudiar, que no piensen en que hay carreras para hombres y otras para mujeres, sino que elijan con base en lo que las apasiona, porque, como ella dice: “cuando haces lo que te gusta no es un trabajo”.