Así fueron mis días como universitaria hippie y ciberactivista de Greenpeace

Cuando estudiaba la licenciatura tuve mi faceta hippie. Le digo así porque en ese tiempo me uní a varias causas verdes y animalistas, que siempre me han interesado. Al sumergirme en ese mundo tenía hambre de seguir aprendiendo. Principalmente me surgió la necesidad de ayudar; sí, ayudar al mundo, a nuestro entorno. Entonces, sin darme cuenta y sin dudarlo, me volví voluntaria y ciberactivista de Greenpeace, que es una organización ambientalista.

Días de universitaria hippie

Recuerdo esos días como si hubieran sido ayer. Estaba estudiando la licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, así que me la pasaba en internet para enterarme de todo lo que pudiera. Como ocurre desde hace años, los temas ambientalistas no dejaban de sonar. Los temas animalistas igual estaban en la lente, pero aún no se les daba importancia. Yo había leído sobre temas de ambos rubros porque seguía el trabajo de Greenpeace. Poco a poco me fui involucrando en las campañas de esta agrupación, de las cuales empecé a platicarles a mi familia, amigos y conocidos.

¡Sí a ser ciberactivista!

Al involucrarme más en los temas, sentí la necesidad de poner mi granito de arena. Al principio no estaba segura de qué podía hacer; sin embargo, mi familia me apoyó y alentó. Claro, me decía que estaba loca, pero de buena manera, porque me enfocaba en temas que me interesaban. El caso es que un día descubrí que sí podía hacer algo más ¿Cómo? Siendo voluntaria y ciberactivista. Es decir, ayudar a compartir en internet las campañas a favor de una causa ambientalista; bueno, podía elegir las que quisiera. Además hacía publicaciones en las que usaba los hashtag de las campañas. De esta manera se lograban varias cosas como las siguientes:

  1. Dar a conocer las campañas y cuáles eran sus objetivos.
  2. Viralizar las campañas.
  3. Hacer “ruido” entre las personas.
  4. Dar a conocer los hashtag para generar cadenas de información (contenido en la web).
  5. Y lo más importante: invitar a las personas a sumarse a las campañas, a fin de que se sumaran a las peticiones. ¿Por qué? Para evitar daños al ambiente; por ejemplo: conservar la flora y fauna, evitar la destrucción de reservas ecológicas e incluso volverlas santuarios naturales y animales.

Voluntariado

Ser ciberactivista y voluntaria me hizo analizar, concretar y fortalecer mi ideología, aunque no lo creas. Cuando te vuelves voluntaria, aunque sea de manera virtual, principalmente, te conviertes en parte de algo. Y eso te remueve muchas cosas, o al menos, a mí eso me ocurrió. En casa me inculcaron respetar a nuestro entorno, así que siempre fue parte de mi chip. Sin embargo, ser voluntaria me hizo tomar consciencia de mi lugar en el mundo y de cómo mis acciones repercuten. Te digo esto porque en verdad mi visión de varias cosas de la vida cambió. De hecho, influyó tanto en mí, que me volví ovolactovegetariana, de lo que luego te platicaré.

¿Fin a la labor?

¡Claro que no! Al ver de cerca el trabajo de la agrupación me sumé como donadora. Sin embargo, dejé el voluntariado y ciberactivismo. No lo hice porque estuviera harta, para nada, simplemente ya no podía dedicarle el tiempo que me gustaba. Claro, eso no implica que no siga las causas, porque es algo que nunca dejaré de hacer, sin dudarlo.

¡Haz algo!

En resumen, ¡mi etapa hippie fue genial! Aprendí mucho, me divertí mucho y fui, sigo siendo, fiel a lo que creo. Entonces, mi consejo es que hagas lo mismo. ¡Sí, encuentra una causa que te apasione y súmate a ella! Por lo general, uno escucha que algunas personas digan que el mundo está muy mal, pero pocas (personas) te hablan de lo positivo. Y peor aún, un mínimo grupo de personas te dice qué está haciendo para que haya un cambio en el mundo. Porque recuerda lo que dijo Gandhi: “Debes ser el cambio que deseas ver en el mundo”.