“¿Deberíamos volver?”…
La pregunta eterna, que nos mantiene despiertas por la noche sin saber que hacer. Hay mil y un razones que nos mantienen en ese limbo emocional, lo malo es que casi nunca es amor. El amor no se debe de sentir así, no estoy diciendo que todo deba de ser color de rosa con flores y mariposas pero, si te descubres haciendo un chequeo minucioso de sus redes sociales una o 20 veces al día, algo anda mal ahí. 
El amor no debe ser una tortura ni te hace sentir mal contigo o dudar de ti misma. El amor, en el sentido ideal, que no precisamente es el que veíamos en las películas de princesas, debería venir como un complemento positivo en nuestras vidas.
Al final, el punto importante no es lo que hay detrás de ti, sino lo que viene de frente. Cuando por fin logré dejar a mi último novio (mucho después de haber terminado) empecé a ver el futuro con más antojo que el pasado. No hay nada más bonito que ese sentimiento de paz invadiendo tu ser de una forma tan sutil que cuando menos te das cuenta es porque todo es más feliz que ayer.
