Así fue crecer como hija de padre soltero

Hay cosas que nunca cambiaría de mi vida, ser hija de padre soltero es una de ellas. Mi infancia no fue la más normal de todas, pero fue una de las mejores cosas que la vida me ha dado. Con mi madre siempre pendiente, pero lejos de mí, la responsabilidad cayó en los hombros inexpertos y jóvenes de mi padre. Que sin querer terminó siendo papá soltero.

Mi papá me enseñó que soy la heroína de mi propio cuento de hadas

 homer simpson lisa simpson season 3 episode 8 hug GIF

Mi infancia no fue como un cuento de hadas, mi padre la hizo una película de acción. Crecer a lado de un hombre me enseñó que puedo hacer lo que sea, que la idea de que las cosas son de niño o niña es irrelevante. Crecí haciendo deportes de “niño”, aunque intentamos el ballet un par de años para darle gusto a mi madre. Cabe mencionar que no funcionó. Mis cuentos de hadas terminaban con las palabras de mi padre: “No necesitas a un príncipe para ser feliz, ¿Lo sabes, verdad?”. En Halloween fui Batman y Darth Vader, aunque también me llevó al cine a ver La Sirenita, más de 14 veces. Me enseñó que soy más fuerte y valiente de lo que creo.

Padre soltero que sabe pintar uñas y hacer trenzas

Como padre soltero, no sólo fui yo la que aprendió cosas fuera de lo normal. Mi papá se dio el tiempo de aprender a peinarme. Se dio a la tarea de aprender a trenzar mi cabello, me peinó de formas tan complicadas que ni yo puedo hacerme ahora. Me ayudó a pintarme las uñas e incluso a cómo pintarme los labios y no toda la cara. Decidía ponerme vestidos de tul rosa con botas de montaña. Tomó mi mano camino a los partidos de fútbol, con trenzas complicadas y uñas con glitter.

Nunca me ha dejado caer

 disney dance beauty and the beast dad princess belle GIF

Así como mi padre es mi superhéroe, él siempre ha sido mi fan número uno. Nunca faltó a una ceremonia escolar o evento deportivo. Siempre alcanzaba a escuchar sus aplausos. Me ha dado los mejores consejos, sobre todo cuando se trata de hombres y amor. Además, se ha dado el tiempo para escucharme cuando lo he necesitado. Aún toma mi mano al cruzar la calle. De niña no me daba miedo caerme de los muebles o de los juegos en el parque, sabía que siempre estarían los brazos de mi padre para atraparme. Y hasta el momento, nunca me ha dejado caer. Incluso me atrapó la primera vez que me puse un par de tacones.