El hogar es el lugar donde todos debemos sentirnos protegidos, cómodos y amados. El hogar y las personas que conviven en él deben tener una energía positiva para que podamos llevar una existencia tranquila y estable. Cuando el hogar es sano, nosotras lo reflejamos al estar sanas física y mentalmente. Sin embargo, a veces el hogar puede estar contaminado con venenos psicológicos que provienen de las personas que en él habitan.
Descubre cuáles son los venenos psicológicos y ahuyéntalos de tu hogar y de tu entorno.
Los gritos
El veneno más tóxico que puede existir en un hogar son los gritos. No solo perturba la paz de cualquier lugar, lo más peligroso es que se convierta en una costumbre que pasa del hogar al exterior. Cuando alguien grita frecuentemente en su hogar se debe a: que no lo escuchan, se desespera porque no lo entienden o saca su frustración con los demás. Se puede convertir en un verdadero veneno psicológico que no solo use dentro del hogar sino fuera de él también. Finalmente, la comunicación entre las personas debe de ser considerada; gritar es una agresión.
- Si no te escuchan, acércate más cerca a la persona y repite.
- Si no te entienden, quizás no estás dando bien la información. Reflexiona y trata de otra forma.
- Si estás enojada, sal a caminar y cálmate, después regresa y aborda la cuestión. Es normal sentir frustración, pero no se vale ensañarse con los demás.
Espacio personal nulo
En un hogar es muy importante que cada persona delimite sus fronteras. El respeto por el espacio y los objetos de cada quien es indispensable para tener una buena convivencia en el hogar. Cada persona debe tener un lugar asignado para sí misma. La privacidad de cada persona es muy valiosa y debe ser respetada. Nadie debe sobrepasar el límite que cada persona designa.
Dejarle las tareas a un solo integrante del hogar
Este es uno de los venenos psicológicos más tóxicos que puede haber en un hogar. Todo hogar implica una serie de actividades no tan gratas, pero siempre necesarias. Es mejor cuando el trabajo de casa se divide entre los integrantes, sin cargarle todo el peso a una sola persona. Es responsabilidad de cada cabeza de familia inculcar en los demás integrantes, sean esposo, hijos, roomies, etc, este compromiso.